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Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax. 20 de junio 2012 (Quadratín).- El mundo termina cuando una persona, o grupo de personas, intentan imponer su ley. Una mañana soleada, con viento ligero y color abundante en nuestras calles y mercados, plazas y edificios, termina en algo aborrecible en cuanto un grupo de señores y señoras se deciden a bloquear una arteria principal, una avenida; a realizar paros callejeros e interrumpir por sus propias pistolas la vida de los demás.
Pareciera que esta realidad la vivimos en Oaxaca desde un tiempo sin memoria que ya hasta nos parece del todo normal, es el futuro de nuestra cotidianidad. En nombre de las libertades y la democracia, la transición y las elecciones partidistas, los derechos de los pueblos, las denuncias sobre el mal gobierno y toda aquella imagen que se invoque, dirigentes gremiales y líderes decidan hacer lo que quieran para imponer su ley, sobre las leyes que rigen nuestra convivencia y vida social.
Y no hay gobierno que los aplaque, ni los legítimos ni los espurios. A la turba hay que dar la razón, de lo contrario habitaremos lo políticamente incorrecto. Cuando el gobierno que tenemos actúa así, sea del signo que fuere, los ciudadanos debemos ejercer presión para que el gobierno imponga el marco de las garantías individuales. O caeremos en el desgobierno, como se han visto casos.
¿Qué hacer para ya no padecer más esta imagen de provincia bronca, de malas costumbres de pueblo donde se hace lo que el cacique del lugar desea, cómo llegar a un nivel de convivencia social armónico y civilizado?
Ezra Pound, el poeta norteamericano, analiza este tema en un ensayo publicado en 1917, Ahí dice: El provincianismo consiste en:
a) Ignorancia de la crianza, costumbres y naturaleza de la gente que vive fuera de nuestra aldea, parroquia o nación.
b) El deseo de presionar a otros para que se uniformen.
Para protestar podremos avenirnos a cualquier fórmula planteada en nuestras leyes. Para obtener logros gremiales, también. Pero no lo hacemos así.
Me pregunto por qué el sindicato magisterial lleva más de 30 años protestando cada año por mejores condiciones de trabajo. Si no se obtiene nada lo preferible, diría cualquier persona entrada en razón, es cambiar los métodos de lucha. Pero no lo hacen así y violentan la pacífica convivencia de los demás.
Si no alcanzamos a imaginar la forma de pensar, de vivir, de interpretar el mundo, de la gente que no nació en nuestra tierra, nuestro pueblo, nunca podremos dejar de ser provinciano. Y entiendo por provincianismo a todas esas manifestaciones de localidad: un chilango es provinciano al pensar que después del metro y el periférico de su ciudad, lo que sigue es provincia; una persona que vive en Nueva York será provinciana si no se explica el mundo más allá del puente de Brooklyn.
Es necesario utilizar ese recurso del cerebro humano, la imaginación, para interpretar a los otros. Y no pensar que todos los que no habitan en la colonia Reforma son indios y no tienen derechos. O en San Felipe. O pensar que todo aquel que no está conmigo, está contra mí. Como piensan los líderes de la sección XXII del magisterio oaxaqueño.
Todo esto lo escribo pensando en que nada interrumpa el placer de poder gozar de un día esplendoroso. Todo esto lo escribo en defensa de mis derechos y mi ciudadanía.