
Zedillo: solo neoliberalismo y Salinas, no la oposición real
Oaxaca, Oax. 04 de febrero de 2013 (Quadratín).- Por estos tiempos los hombres sólo sirven para cargar la bolsa del mandado, cambiar el cilindro del gas, treparse a poner el repuesto de la bombilla. Para el resto de los asuntos terrenales la mujer no necesita pareja, anda a su aire y a su tiempo, a sus largas y a sus anchas. Mi alma pesa menos que un monda dientes. Puedo sostenerme entre tus pestañas.
Ando por tu lengua sin contratiempos. La luz de tu axila ilumina mi rostro, mi lengua recorre ese diminuto mar encrespado, sembrado de puntos diminutos que anticipan el bello espeso. Por tus cabellos ando, sobre tus nalgas. El compás de tu sexo me defiende de todo mal. Ando por la vida con tu aroma puesto, como retrato. Senos de mujer tarde y viento maduran el mango verde.
Dos
Los pecios te contarán historias de las islas de las especies, esa forma del oro que enloqueció a los hombres en otro tiempo. Conocerás la suerte del amor de los capitanes, las horas de un mundo épico que ya no existe más. Junto a ti se levanta el mar. Escucho su maldecir de hembra enamorada. Los músicos callejeros ejecutan melodías en el parque, los jóvenes intentan enamorar a señoras bellas en el camión urbano mientras viejos cochinos andan tras adolescentes de blusa diminuta. Los árboles reverdecen. Las flores encienden pasiones. Impera la primavera en este puerto que se derrumba de olvido y miseria. Mujeres humildes venden ramas de albahaca en la calle. Para espantar la mala suerte, el desamor, la ingratitud. El aroma de la albahaca inunda la calle, convoca a toda una federación de espíritus. Yo camino pegado a tu recuerdo y al aroma de la albahaca que me protege y alimenta. Bajo este sol, mujer, cargo tu amor. Los llanos se abren sin medida. Yo ando con lo que visto. No tengo más pertenencias, ni aspiro a tenerlas. Bajo este sol, mujer, cargo tu amor. Con tu amor me basta. Ya puede quemar el sol esta tierra. Casa de tejas las sombras con el viento miran la playa.
Tres
Un gato lame mis heridas. Su figura blanca, desde el contra luz de la ventana, se pega a mi desventurado cuerpo. Lame estas marcas del tiempo. Recibo su lengua rasposa, la seda de sus bigotes, la luz de sus ojos. Reconozco la gravedad de mis dolencias por el tiempo que le dedica a cada una de mis heridas. Esta ciudad se pone afeites para esconder sus cicatrices.
Nuestro gobierno sostiene que una dosis exacta de embellecimiento urbano motivan el olvido, la desmemoria, entre la población. Pero no es así. Esta ciudad está marcada por amores y tragedias que registran su presencia en parques y jardines, iglesias. Desde la proa la bahía es agua sale del sueño.
Foto: Ambientación