
Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax. 24 de julio de 2013 (Quadratín).- Con la comercialización del mezcal, el trago devino en Don Mezcal. Por estos días la gente de bien, de razón, se dice, toma mezcal de marca. Los pobres, los indios, los desesperados, los sin destino siguen tomando mezcal sin marca en las trastiendas del pueblo. Una anciana les sirve mezcal. Hay de primera y de segunda, como usted quiera. De segunda, potable. De primera, con perlas y lágrimas de ángel. En pequeñas copas de veladora hechas con un cristal rugoso que llevan una diminuta cruz al fondo, el mezcal. Trago que aquieta los nervios, que le da valor al cuerpo ruin y cobarde, que hace que el cuerpo pida sólo mezcal. Trago que hace que pase el tiempo, que se vaya la vida y su prisa, la gente. Que se quede uno solo con el mezcal en la penumbra de la covacha. Mañana de mezcal con los amigos que nos acompañan sin hablar. Sólo un círculo de hombres silentes. Hombres que velan el trago de mezcal como lo hicieran aquellos otros hombres que velaron el primer fuego sobre la tierra. La anciana trae el trago en botellas pequeñas de cristal, un marrito dicen los hombres que esperan el mezcal. No hablan, sólo velan el marrito de mezcal. Estos hombres abandonaron casa, familia, empleo. Todo. Sus almas siguen a la voz del mezcal, los llama la trastienda donde se sientan alrededor del brocal del pozo a velar agua y mezcal. Ofrecen su silencio y su vida a ese Dios dador de la vida. Yo pertenezco a esta clase de hombres, con ellos está mi corazón. Con los amigos silentes que no reclaman nada, no recuerdan nada. Los hombres que sólo anhelan beber el trago libre del mezcal, andar sobre sus alas sobrevolando las calles de la colonia.
Foto: Archivo