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Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax. 04 de noviembre de 2012 (Quadratín).- Metáfora de la nave.
En el acto de gobernar existen dos acepciones que nos conducen a entender de manera diferente este hecho. En primer lugar, existe la idea de que el acto de gobernar se refiere a ciudades, pueblos, comunidades o a los Estados propiamente dicho; por ejemplo, en la metáfora de la nave o del barco, es evidente que la conducción de la nave se puede considerar como un acto de gobierno; se gobierna la nave y no a los marinos, así, el buen piloto gobierna de manera adecuada la nave y la lleva a buen puerto salvando los escollos del clima, tiempo etcétera.
Es responsabilidad de un gobernante, como puede ser el caso del Estado de Oaxaca, conducir al Estado hacia los fines que previamente se hayan definido o proyectado, esta es la responsabilidad del gobernador, mantener el rumbo y el equilibro de la nave del gobierno. Para ello requiere de un gran sentido de Estado y gozar de la habilidad del arte de gobierno. El libro El Príncipe de Maquiavelo es propiamente una obra que nos enseña la conducción del Estado.
La segunda acepción de gobernar se refiere al gobierno de los hombres, se dice, no se gobiernan a los Estados, se gobierna a los hombres que constituyen a ese Estado. Esta idea del gobierno de los hombres tiene amplias implicaciones sobre las cualidades que deberá de tener el gobernante y sobre todo su caracterización. En el mundo antiguo, por ejemplo, el gobierno de los hombres adquiere, por ello, un sentido pastoral, tenemos el ejemplo de Moisés; también se busca gobernar a sus almas, tiene pues, un sentido altamente religioso. En nuestro tiempo este sentido religioso se transforma en un sentido eminentemente moral que sirve para la calificación de los gobernantes. Se discutirá, por esta situación, sobre las cualidades y virtudes del gobernante más que por sus resultados.
Virtudes del gobernante.
Centrarse en las cualidades y virtudes del gobernante, segun esta acepción de gobernar, nos conduce necesariamente a determinar sobre estas virtudes. Así, para Macrobio, citado por Maurizio Viroli en su libro De la Política a la Razón de Estado Editorial Akal. Esp, 2009. p. 50, las virtudes clásicas que deberá tener un gobernante son: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Para Macrobio, la prudencia de un político (politici) se expresa en su capacidad de actuar de acuerdo con la razón, en su voluntad de querer o hacer sólo lo correcto. Otra de sus virtudes ha de ser la fortaleza, lo que significa temer sólo a la desgracia, no al peligro, mantenerse firme ante la fortuna adversa y mostrar un equilibro adecuado en tiempos de prosperidad. La templanza del político es la capacidad de mantener deseos y pasiones bajo el control de la razón. Por último, debe ser justo, dando a cada cuál lo que le corresponde. Cuando el hombre honrado (vir bonus) ostenta todas estas virtudes, es capaz de gobernarse así mismo, y de gobernar a la República con justicia, velando por el bienestar de sus conciudadanos.
No sería casual entonces, que esta segunda acepción de lo que es gobernar, se considerara al gobernante como un pastor que tendrá la obligación y la responsabilidad de cuidar al rebaño en su conjunto y a cada uno de sus miembros; claro está, que esta concepción tiene su origen en las religiones antiguas y sobre todo en el cristianismo. Sin embargo, esta acepción queda anulada con la aparición del Estado moderno que origina una nueva concepción sobre el saber gobernar que se basa en una práctica política calculadora y meditada.
Razón de Estado como gobierno.
De la primera acepción de gobernar, en el sentido de gobernar la nave y no a los marinos o la tripulación, nos conduce a la concepción de gobernar por Razón de Estado, en donde la política, como arte se subsume a los intereses del propio Estado. A nuestro parecer, la acción de los gobernantes en la sociedad, cuidando de su desarrollo, orden y seguridad, no significa satisfacer los intereses de los mismos si no para nutrir las fuerzas del Estado. Esto es así por la sencilla razón de que la existencia de la clase gobernante, supone la conservación del Estado. Mientras mejor se gobierna se estará en la posibilidad de la conservación y nutrición del Estado; ningún gobernante puede atentar contra el propio Estado, de aquí que el suicidio es antinatural como lo expresó apropiadamente Marx.
Por ello, la clase gobernante, los pocos, los que mandan, entienden que no pueden atentar contra sí mismos atentando contra el Estado. De acuerdo con esto, siempre se gobernará para los intereses del Estado, al fin y al cabo, son los mismos intereses de la clase gobernante.
Algunos teóricos de la Razón de Estado, han argumentado que esta clase de gobierno debe ser excepcional y ante la posibilidad de peligro para el propio Estado; sin embargo, todo gobernante deberá de estar consciente que la Razón de Estado es una naturaleza, una sustancia y no una adjetivación. Lo que queda claro es el momento de la utilización de la violencia del Estado. En la metáfora de la conducción de la nave por Razón de Estado deberá importar más la nave que la propia tripulación, pues es lógico suponer que conservando la nave se puede conservar a los propios marinos.
La pregunta obligada es entender la Razón de Estado, para ello es menester abordar el significado de las dos palabras que componen la frase. Foucault en su libro Seguridad, Territorio, Población FCE. México, 2006, pp. 294, 295, siguiendo a Giovanni Antonio Palazzo, sostiene que la palabra razón se puede emplear en dos sentidos, la primera es que la razón es la esencia cabal de una cosa, lo que constituye la unión, la reunión de todas sus partes, el lazo necesario entre los diferentes elementos que lo conforman. Por otro lado, se puede decir también que razón es cierta facultad del alma que permite justamente conocer la verdad de las cosas, es decir, ese lazo, esa integridad de las distintas partes de la cosa que son sus constituyentes, la razón, es por lo tanto, un medio de conocimiento, pero asimismo algo que permite a la voluntad ajustarse a los que conoce, es decir, a la esencia misma de las cosas. Será en consecuencia la esencia de las cosas, el conocimiento de la razón de las cosas y esa suerte de fuerza que permite (la voluntad) y hasta cierto punto (la) obliga (a) seguir la esencia misma de las cosas. Ajustarse a la esencia misma de la cosa, en suma, se entenderá por razón.
Respecto al Estado, Palazzo nos dirá a través de Foucault, es una palabra que se puede entender en cuatro sentidos interrelacionados, a saber: un estado es un dominio, en segundo lugar, es una jurisdicción, dice de un conjunto de leyes, de reglas, de costumbres y de instituciones. Tercero, es una condición de vida, en cierto modo un estatus individual, una profesión: el estado de magistrado o el estado de celibato o el estado religioso. Cuarto y último, el estado es la cualidad de una cosa, una cualidad que se opone al movimiento. Un estado es lo que hace que una cosa sea, aunque no totalmente inmóvil.
Entonces gobernar por Razón de Estado, implica tomar en cuenta los elementos que integran la frase; es decir, un territorio, una jurisdicción, un conjunto de individuos que tienen una posición social en la estructura de la sociedad. Entonces Razón de Estado, en una primera aproximación, es hacer lo necesario para que el Estado, en los cuatro sentidos, conserve intacta su integridad.
Definición de Razón de Estado.
Chemnitz, citado por Foucault, nos define la Razón de Estado de la siguiente manera: es cierta consideración política que debe atenerse en todos los asuntos públicos, en todos los consejos y proyectos, y que debe de tender únicamente a la conservación, el aumento, la felicidad del Estado, para lo cual es menester emplear los medios más fáciles y prontos (Foucault: 2006, p. 296).
A partir de esta definición se puede concluir qué: a).- La Razón de Estado no tiene una consideración moral, económica, religiosa, un orden natural, lo tiene simplemente como una consideración política. b).- No tiene consideraciones privadas, sino que es esencialmente a partir de consideraciones públicas, sobre asuntos públicos, es decir, que implican actividades que surgen del orden público o en el orden político. c).- Solamente se tiene un fin, que no se refiere a los fines del gobernante, sino a fines del propio Estado, que fundamentalmente es su propia conservación. d).- Se debe de emplear todos los recursos al alcance del Estado para su propia conservación, que deben ser los más fáciles y los más prontos, esto es, la violencia legítima.
Si el Estado es una forma de asociación política de los hombres para su propio provecho y partiendo de la consideración de la maldad y debilidad de los hombres, se hace necesaria toda acción de gobierno que implica la expresión más clara del Estado, entonces, el gobierno es la expresión más visible o más concreta del Estado.