
Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
Oaxaca, Oax. 25 de agosto de 2013 (Quadratín).- Es prudente reconocer que los gobernantes necesitan abrevar de la historia y de las experiencias particulares de los grandes hombres de Estado, así, para el expresidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, nunca imaginé lo difícil que sería ejercer el poder, lo cruel que es hacerlo (Brian, Michael. Conversaciones con el poder. Edit.Patria, México,2012, p. 7).
Recurrir a la historia, a los grandes pensadores y a los hombres de Estado es sostener una rica conversación con ellos, es nutrirse con deleite, de esas experiencias, es recibir en un instante la sabiduría acumulada de los siglos, por estas razones se puede entender el gusto que expresa Maquiavelo en su carta a Francisco Vettori fechada el 10 de diciembre de 1513, que fundamenta la redacción de El Príncipe.
Retirado de la función pública, Maquiavelo entra en las cortes de los hombres antiguos, donde, amablemente recibido por ellos, me deleito con ese alimento que es sólo para mí, y para el que yo nací. Y no me avergüenzo de hablar con ellos, y de preguntarles por las razones de sus acciones. Y ellos, por su humanidad, me responden. Y durante cuatro horas no siento ningún aburrimiento, me olvido de toda ambición, no temo la pobreza, no me da miedo la muerte: me transfiero enteramente donde están ellos. Y como Dante dice que no hay sabor si no se guarda lo que se ha comprendido, yo he anotado lo que he sacado con su conversación, y he compuesto un opúsculo, De principatibus en el que profundizo cuanto puedo en las dificultades de esta materia; razonando sobre qué es un principado, de cuántos tipos hay, cómo se adquieren, cómo se mantienen, por qué se pierden (Citado por: Lefort, Claude. Maquiavelo. Lectura de lo Político. Edit. Trota. Madrid, Esp. 2010, p 152).
Recurrir a la historia y a los grandes hombres que la hacen, es, además de un deleite, es el conocimiento necesario para adquirir y mantener el poder del Estado y del gobierno. La esencia de la política es, por tanto, adquirir, mantener y aumentar el poder público, no más.
Por ende, toda política tiene que tener este motivo y no otro. La equivocación de los motivos es el gran fracaso de los gobernantes. Quien pierde este objetivo, es cualquier cosa, menos gobernante. Que se puede ayudar a los pobres, que se busque el desarrollo, que se fomente la cultura, etc., tiene que estar en el marco de adquirir, mantener y aumentar el poder político. Si se quiere mantener el poder haciendo el bien, que bueno, pero tampoco olvidar que se puede mantener el poder haciendo el mal.
Para no hacer el mal se debe recurrir a la historia y a la experiencia de los gobernantes, es una buena enseñanza. Asímismo, Todo Estado y Gobierno existen a partir de una idea del bien, por ende, el mal puede servir al bien.
En este arte de adquirir, conservar o aumentar el poder político, hay una primera lección que se deriva de la historia, por ejemplo de Roma. Toda relación política, a saber: entre gobernantes y gobernados, entre Estados soberanos, entre gobernantes y rebeldes etc., no puede haber una relación a medias, debe de haber una total clemencia o la destrucción y anulación del opositor, esto hablando políticamente, por supuesto.
Una política a medias, envuelve una debilidad del gobernante, se demuestra que no le es posible el dominio absoluto, ni tampoco tiene los suficientes recursos para mantener su autonomía. La definición de las relaciones políticas es una condición para contabilizar los recursos disponibles.
Sin embargo, es también una buena enseñanza de la historia que no es buen gobernante aquel el que no sabe asociar sabiduría política y potencia militar. Así mismo, no es posible tener leyes sin buenas armas. Vale la pena anotar que toda relación entre Estados está basada en la fuerza, los Estados más poderosos son los que son potencia militar, los tratados internacionales si no están respaldados por las armas no tienen eficacia. Toda obediencia política será legítima en la medida de que los ciudadanos gocen de la protección de los gobernantes.
Se puede sostener que el gobernante puede tener un éxito inmediato si se es prudente para aplicar las reglas oportunas del buen gobierno. A los malos gobernantes se les puede imputar errores de razonamiento; a la falta de conocimiento exacto de los hechos, unidos a la falta de rigor sobre los principios del buen gobierno.
El conocimiento exacto y oportuno, en el terreno de los hechos y de su vinculación, con un debido razonamiento, de los principios aplicables de un buen ejercicio gubernamental, sólo se puede aprender de la experiencia que nos ofrece la historia y del conocimiento de las reglas, normas y principios del buen gobierno.
A manera de ejemplo, el gran Confucio nos recomienda, para ser un buen gobernante, las siguientes virtudes cardinales:
1.- Benevolencia, que incluye, espíritu para lo público, respeto filial, piedad etc.
2.- Rectitud, que abarca el valor, la fraternidad, la pureza etc.
3.- Corrección, que comprende el respeto, la humildad, la deferencia etc.
4.- Conocimiento, que resume; conocimiento del hombre, de la naturaleza, del destino etc.
5.- Buena fe, que implica; verdad, sinceridad etc.
Estas cinco virtudes que están contenidas en la obra de Confucio: Los cuatro libros clásicos, pueden servir de guía para las acciones de los gobernantes. Así como estas virtudes existen muchas más obras que pueden servir de orientación para el comportamiento de los gobernantes.
Otros autores como Alonso de Castrillo que en su Tractado de República escrito en 1521, recomendaba seguir el ejemplo de las abejas de la siguiente manera: Gran envidia y vergüenza debería haber gente de considerar que la prudencia y el concierto que al hombre razonable falta, sobra a un animal tan pequeño en quien no parece que podrá caber sólo un punto de concierto, y en la verdad si los ciudadanos tuviesen sin igual templada manera de vivir, tendrían igual cuidado del bien común de su pueblo, y entonces no estaría la gobernación de la república escondida dentro de las arcas de sus tesoros. Mal se recuerda de aquella propiedad de las abejas que con igual cuidado todas trabajan para todas, y entre tanto que las unas trabajan no descansan las otras. Quiere decir que: las abejas todas gozan de un mismo descanso y todas reciben un mismo trabajo, y así cerca del provecho común entre los mismos ciudadanos allí ha de ser igual el cuidado, donde debe ser igual la vida (Castrillo de Alonso. Tractado de la República. Edit. Instituto de Estudios Políticos. Madrid. 1958,p.37).
Por otro lado, el conocimiento de la historia y de los tiempos, para Maquiavelo, es fundamental, pues más de las veces, como no se puede acusar al juicio, se acusa a los tiempos.
Este es un fenómeno interesante, pues regularmente, los gobernantes alaban el pasado sin conocerlo verdaderamente. Es necesario saber de la correlación entre la potencia de los apetitos, el deseo de saber y el deseo de obrar. Acción, pasión y conocimiento es la triada que se requiere relacionar para ser un buen gobernante.
Diré que si el juicio de los hombres esta obnubilado para juzgar cuál sea mejor, si el tiempo pasado o el presente, en aquellos casos en que, por la antigüedad, no se puede tener un conocimiento perfecto como es el de su propia época, en cambio no deberían cegarse los viejos al comparar las épocas de su juventud y de su vejes, pues ambas las han visto y conocido igualmente. Esto sería si los hombres, durante todo el tiempo de su vida, conservaran el mismo juicio y tuvieran los mismos deseos, pero como ellos cambian, aunque los tiempos no cambien a los hombres no les pueden parecer los mismos, teniendo otros deseos, otros placeres, otras consideraciones en la vejez que en la juventud. Porque encontrándose los hombres faltos de fuerza al envejecer y careciendo en juicio y en prudencia es preciso que las cosas que en la juventud les parecían soportable y buenas, les resulten al envejecer insoportables y malas, y como no pueden acusar a su juicio, acusan a los tiempos (Lefort, Claude .Ob .Cit. p.346). Es fácil pues, acusar a la historia la falta de juicio de los malos gobernantes.