
Desaparición Forzada
Oaxaca, Oax. 24 de marzo de 2013 (Quadratín).- La sentencia es exacta: Oaxaca es un Estado muy rico con su gente muy pobre. El territorio oaxaqueño, ni duda cabe, es muy rico en diversidad de riquezas pero con una población mayoritariamente pobre. Sólo cabe una explicación, la falta de inversión de capital en el campo y en la ciudad. En resumidas cuentas Oaxaca está llegando, con tremendo retraso, al desarrollo del capitalismo en sus tierras.
Sin la intención de justificar este sistema económico que lo considero, en principio, injusto, habría que reconocer que el capitalismo ha traído consigo un conjunto de ventajas para la humanidad, entre las que cabe identificar por lo menos cinco. Son el derrame de la riqueza, el incremento de la creatividad, la cooperación voluntaria, el fomento del pluralismo político e ideológico, el ejercicio de la responsabilidad pública y finalmente, la consolidación de la libertad (Giner, Salvador. El futuro del capitalismo. Edit. Península. Barcelona, Esp. 2010. P. 78). El capitalismo no responde sólo a una lógica de acumulación y a la inversión de capital sino también trae consigo una oleada de innovaciones, potencia la posibilidad de iniciativa del individuo, crea ciudadanos y motiva la democracia representativa.
Es evidente que el capitalismo produce a sus propios pobres como si fuera una ley inexorable, sin embargo, los pobres de Oaxaca obedecen a otras lógicas. En primer lugar, al colonialismo en que viven sus pueblos originarios que corresponden a la gran mayoría del pueblo oaxaqueño, la emancipación de los pueblos indígenas oaxaqueños es la primera condición para superar su pobreza ancestral. La estructura social oaxaqueña se compone fundamentalmente en un sistema estamental, es decir ni siquiera es de clase, así los estamentos en Oaxaca obedecen no a un criterio de posesión de riqueza o de propiedad, sino a una relación de servidumbre, de poder, de dominio de prestigio. El primer estamento lo componen los gobernantes, no importando el partido que lo respalde, los gobernantes son los primeros niveles de la administración estatal, los diputados, senadores y los presidentes municipales de los municipios más ricos en presupuesto. Los gobernantes son los grandes propietarios, de la riqueza pública y el estamento más privilegiado. Los gobernantes no son los representantes del pueblo sino sus amos. En segundo nivel están los criollos, que más de las veces desempeñan el papel de gobernantes, aún con grandes extensiones de fincas y poder económico, desempeñan el papel de caciques. En tercer lugar, está el estamento eclesiástico que conservan poder en el territorio oaxaqueño. El cuarto nivel estamental están los inversionistas, entre empresarios y comerciantes que son la parte dinámica de la economía oaxaqueña. En el quinto nivel están los maestros como un segmento privilegiado de esta estructura estamental, incluso son los profesores los nuevos detentadores del poder y del recurso público en los municipios de usos y costumbres. En sexto nivel tenemos a los trabajadores asalariados que lo único que tienen es su fuerza de trabajo para venderlo con sueldos miserables sea en la burocracia, en el comercio o en la incipiente industria. Por último tenemos el estamento de los indios, que son considerados carne de servidumbre, de explotación y de manipulación. Con esta estructura estamental es imposible pensar la posibilidad de desarrollo del pueblo oaxaqueño, se necesita cambiar estas relaciones de dependencia y de poder por otras de otra índole.
Una explicación más de la existencia de la otra lógica de la pobreza en Oaxaca han sido sus gobiernos y sus administraciones públicas. Los gobiernos oaxaqueños en un proceso de dependencia y subordinación ante el gobierno federal, que no ha entendido ni atendido la realidad de Oaxaca, se han visto disminuidos en su capacidad para modernizar a Oaxaca, los gobiernos oaxaqueños han sido impotentes para ser la palanca de desarrollo. Es apenas reciente, con Ulises Ruiz, que Oaxaca ha podido triplicar su presupuesto gubernamental. Pero lo peor es que los gobiernos oaxaqueños no han tenido una explicación teórica sobre la realidad en que han ejercido el poder, se han conducido por una actividad práctica, habitual y cotidiana, ausente de toda teoría explicativa. Los gobiernos oaxaqueños han desistido de una lucha cultural del que hablaba Jesús Reyes Heroles: La lucha cultural se impone dado que sabemos que las ideologías perduran mucho tiempo después de que desaparece la realidad de que surgieron o a que dieron lugar; porque sabemos que las nuevas ideologías empiezan a regir fragmentariamente antes de su triunfo total, combatiendo las viejas y preparando las condiciones para llegar con tenacidad y paciencia, a orientar las conductas o comportamientos. No estar consientes de esto es caer en la vaciedad de quienes creen en los bruscos cortes, en las rupturas históricas, que la historia misma desmiente y que únicamente existe en la fantasía. Lucha cultural persistente, que debe inspirarse en un realismo imaginativo y en la tenacidad y la pasión, que ayuden alcanzar lo que parece un sueño.
Recordemos que la teoría absoluta—– y los absolutos son peligrosos——la teoría sin práctica, puede llevar a la esterilidad; pero la práctica absoluta, sin teoría, puede llevar a la barbarie (Reyes Heroles, Jesús. Discursos Políticos. Secretaría de Capacitación Política. PRI. México, 1985. p. 15). A eso llegamos en Oaxaca, a la barbarie gubernamental al carecer de una explicación teórica de la realidad oaxaqueña. Sé que pocos aceptarán la estructura estamental y las tesis de que la pobreza oaxaqueña no obedece a una lógica del desarrollo capitalista sino a una realidad semifeudal. Sin embargo, la justificación de la existencia de los pobres ha sido variada, desde que ésta obedece a Dios porque él ha querido que existan los pobres; así como se ha debido, se dice a la inexistencia de leyes que combatan a la pobreza, para otros se debe a la falta de casas de asistencia; otros más sostienen que es debido a la falta de una buena administración; o en su caso, la existencia de los pobres obedece al partido en el poder. No se puede negar que ha existido en los gobiernos la buena voluntad para erradicar la pobreza en nuestro Estado, sin embargo, la realidad es otra, no basta la voluntad, se necesita comprender la naturaleza de las cosas, así, la contradicción entre la decisión y la buena voluntad de la administración, por una parte, y sus riquezas y recursos, por la otra, no las puede abolir el Estado, sin abolirse así mismo, ya que se basa en esta contradicción. El Estado se basa en la contradicción entre vida pública y vida privada, entre intereses generales e intereses particulares. Por tanto, la administración tiene que limitarse a una actividad formal y negativa, toda vez que su poder termina donde comienza la vida y trabajo burgueses.
Más aún, frente a las consecuencias que brotan de la naturaleza antisocial de esta vida burguesa, de esta propiedad privada, de este comercio, de esta industria, de este mutuo saqueo de los diversos sectores burgueses, la impotencia es la ley natural de la administración (Marx, Carlos. Notas críticas al artículo El Rey de Prusia y la reforma social. Por un Prusiano. Revista 25 Aniversario del INAP. México 1980. P. 258). En el marco de una sociedad estamental, de un escaso desarrollo del capitalismo y la falta de imaginación de los gobiernos, nos tendremos que contentar con moderar la opulencia de los pocos con la pobreza de los muchos.