La Constitución de 1854 y la crisis de México
MÉXICO, D.F. 13 de septiembre de 2013 (Quadratín).- Los expertos han señalado que cualquier propuesta de reforma fiscal deber ser sencilla, fácil de administrar, progresiva, federalista y viable políticamente. Virtudes adicionales son las de la simplificación, la seguridad jurídica y la progresividad.
La parte federalista, implica un enfoque descentralizador, a partir de una coordinación intergubernamental eficiente y una distribución adecuada de potestades fiscales.
En cuanto al ritmo de avance, desde hace muchos años, la experiencia de reformas fiscales en el Mundo, también señalan que para avanzar cuatro o cinco puntos se requiere de varios años.
La propuesta presentada con el Paquete Fiscal para 2014, en la parte tributaria y en la de coordinación fiscal tiene elementos interesantes de cambio, sin embargo ya ha despertado inquietudes en algunos sectores, lo cual es natural.
Es el caso del cobro del IVA a las colegiaturas, aunque a las escuelas como negocio la medida les puede beneficiar en virtud de que podrán acreditar el impuesto pagado por sus insumos, pero el costo recae sobre los padres de familia.
Por otra parte sólo he escuchado comentarios positivos sobre gravar las bebidas azucaradas, por el impacto que tiene sobre la salud, al provocar obesidad y por tanto mayor recurrencia de enfermedades, con el costo que esto significa.
A las Entidades Federativas, les empieza a preocupar el impacto sobre sus ingresos de la eliminación del régimen de REPECOS y de intermedios; que hasta hoy han administrando.
Lo mismo en lo referente a los espectáculos públicos. Cuando la reducción del ISAN, se resolvió creando el Fondo de Compensación del ISAN que hasta la fecha existe, aunque en lo de Tenencia fue totalmente diferente, teniendo hoy un clon del impuesto, muy diferente en cada entidad federativa, incluso en algunas no se aplica. Su recaudación es muy baja en relación a su promedio histórico.
Lo más destacado por los medios, ha sido la decisión de no aplicar el IVA a alimentos y medicinas, tema que desde la propuesta de 1998, ha sido el obstáculo extrafiscal que ha inhibido la posibilidad de las reformas, en los diferentes intentos para hacerlo.
Este impuesto, creado en Francia y usado ampliamente en la comunidad económica europea para fines de integración económica y comercial, siempre ha estado rodeado de nubes negras, como cuando se crea en 1980, junto a la Ley de Coordinación Fiscal y del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, vigente hasta nuestros días. Dos años tardó en ser instrumentado, por las presiones sobre el Gobierno respecto a su impacto inflacionario, el cual se dio por una sola vez y al final resultó mejor que el ISIM, además de que a partir de entonces, derivado de su adhesión al SNCF, las entidades federativas al eliminarse la doble tributación, empezaron a recibir participaciones de una bolsa que agrupaba una parte importante de los ingresos corrientes del gobierno central.
De hecho se mantuvo dos años congelada la iniciativa, a partir de las presiones que recibió en ese entonces el gobierno de la República, por su supuesto impacto inflacionario. A ciertos sectores les costó aceptar que una tasa del diez por ciento en el IVA era menor que la tasa del cuatro por ciento en el ISIM, que era un impuesto en cascada.
Su tasa ha tenido cambios importantes, del 10 al 15, al 10, al 15 y al 16 en la actualidad: en efecto inicia con el 10 por ciento hasta 1983, cuando pasa al 15 por ciento, con una tasa adicional de 20 por ciento para artículos de lujo. En 1991 vuelve a bajar al 10 por ciento y se unifica en todo el País, incrementándose su recaudación. En 1995 regresa al 15 por ciento y en 2010 llega al 16 por ciento.
En 2001 se planteó bajar la tasa al 12 por ciento, gravar con una tasa menor alimentos y medicinas, proponiendo un mecanismo de compensación para los deciles de menores ingresos, explorándose el uso de algunos programas sociales como el de la leche y el de abasto, o la transferencia en efectivo, que se veía como lo más eficiente. Pero no prosperó.
Estadísticas de la OCDE ya han mencionado el peso de la tributación indirecta en nuestra estructura tributaria y también demuestran como en el promedio de la organización, destaca el ISR a las personas físicas, cargas bajas a las personas morales y la tributación al consumo con mayor dinamismo.