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Presenta ILEO decálogo de las lenguas originarias de Oaxaca
Con todo el respeto que usted se merece Mauricio Limón
Oaxaca, Oax. 02 de octubre de 2012 (Quadratín).-El Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO) en coordinación con la Coordinación de Espacios Culturales, en el marco del festival Puntos de Encuentro y los festejos del octavo aniversario del MUPO presentan la muestra Con todo el respeto que usted se merece del artista visual Mauricio Limón, a inaugurarse este 3 de septiembre a las 17 horas.
Mauricio Limón ha trabajado desde hace varios años con el algodón de azúcar. Este elemento que pertenece al imaginario colectivo como el producto favorito de los niños en plazas, ferias y circos, ha sido transformado por Limón en el centro de su investigación plástica y conceptual.
Fascinado por los atractivos colores y delicadeza del algodón de azúcar, el artista ha trabajado por más de 10 años explorando las posibilidades plásticas ofrecidas por este material, y lo ha logrado gracias a la relación establecida con una familia de algodoneros de Puebla- quienes claman ser los descendientes de la persona que popularizó el algodón de azúcar en todo México (ver texto anexo)- quienes se han trasmitido su saber por tres generaciones y que han desarrollado una técnica particular así como mejoras en la maquina para producir el algodón.
Junto con ellos, Limón ha creado instalaciones en diversos espacios, ha realizado performances y en esta última etapa, videos. Esta colaboración de una década, es un pivote del proyecto, que ha transitado de las cualidades plásticas del material a la relación misma establecida entre el artista y los algodoneros, siendo parte integral del proceso artístico.
Esta investigación se inicia con la apropiación de espacios como una vitrina en la estación de Morelos en el D.F en el año 2002 y continua con el proyecto And a big fellow too en Trolibus Galería (2006) , demostrando y trabajando primeramente las posibilidades plásticas y escultóricas del material en relación al espacio.
Desde estas primeras piezas, Limón utiliza un elemento que resalta la traslucidez del algodón, las estructuras de neón. La luz entonces traspasa fácilmente el material dejando a la vista esta traslucidez y delicadeza del algodón de azúcar al revelar los espacios contenidos de aire, produciendo así resultados visualmente atractivos e interesantes a la vez que efímeros, debido al efecto del calor y la humedad sobre el algodón, factores que aceleran su proceso de degradación.
La calidad escultórica del material es llevada a sus máximos limites haciendo al mismo tiempo referencia a nuevas y diferentes maneras de entender la escultura. Este material que ya no es mármol o piedra, implica una poesía tímida en lo efímero de la pieza. Se avisan entonces indicios de lo temporal como eje trasversal del proyecto, así como resuena un elemento popular que ha sido constante en la obra de Mauricio. De alguna manera se cruzan aquí elementos de la alta y la baja cultura, a partir de la obra y el material utilizado.
Una resignificación del algodón de azúcar así como de la tradición que representa se hace posible. No sólo por la popularidad del material, sino el oficio mismo que esta en vista de desaparecer, debido a la baja rentabilidad que presenta y las innovaciones tecnológicas que tienden a suprimir la figura del algodonero y lo reemplazan por un proceso automático (basta ver en Internet las diferentes opciones de máquinas que se encuentran en el mercado).
La obra de Mauricio Limón, entonces, recobra la importancia de estos oficios no oficiales que hacen parte de la economía informal de países como México, que tienen importancia en el imaginario colectivo, pero que se transforman poco a poco, en actividades insostenibles. Prueba de ello es que el más joven de la familia de los algodoneros, ya no dedica todo su tiempo a producir algodón, sino ha buscado un trabajo de tiempo completo que le significa un mayor ingreso económico y beneficios laborales como la seguridad social, pensión, etc., dando así fin a una tradición de generaciones. Es tal vez esto lo que se refleja en el vídeo Cerniendo el Azúcar (2012), dónde vemos a éste jóven preparar con gran habilidad el algodón que se dispersa al infinito, al igual que las humaradas que salen del volcán Popocatépetl.
Vemos un final alegórico, no solo del proyecto sino de este oficio, y una clausura poética entre la metáfora del paisaje natural y el algodón artificial. Una contradicción de lugares, ya que la figura del algodonero pertenece a la plaza pública, al entorno urbano, y no al paisaje rural donde lo observamos.
En el performance Degradación sobre traje Limón se encuentra sentado frente al algodonero y su maquina, en una posición casi retadora; los dos llevan un elegante traje como sí se encontraran en una cita de negocios. El algodonero comienza a cubrir a Limón con grandes cantidades de algodón de azúcar, quien lo recibe de manera pasiva en un estado casi inerte y estático. A partir de éste momento comienza un diálogo energético entre el espectador, el algodonero y el material.
A medida que va pasando el tiempo el cuerpo del artista desaparece y solo se puede apreciar una gigantesca nube de algodón de azúcar, de colores neones, que pareciera cobrar vida propia, ofreciendo una imagen surreal. El algodonero se convierte en el hacedor y ejecutor de la obra, invirtiéndose la relación entre el creador y el sujeto de la misma. Este momento nos señala las cualidades relacionales de la obra, pues es en la interacción entre el artista y el algodonero, que se produce la pieza. El performance nos invita a pensar en las diferentes relaciones que entonces se establecen: amistad y trabajo; dar y recibir; creación y destrucción; material e inmaterial; y en última instancia, vida y muerte.
El algodón de azúcar con el calor y humedad corporal se va degradado y lentamente va desapareciendo, dejando un recuerdo efímero y un rastro sutil sobre el traje del artista. Sin embargo, debido a que tanto el artista como el algodonero están vestidos con traje, a la manera de los hombres de negocios, no es posible establecer una jerarquía entre ellos. Los dos son partícipes y creadores de esta acción, que indaga y cuestiona el papel que juegan el arte y los oficios informales, en una sociedad marcada y guiada por índices de productividad.
En oposición a la no jerarquía del performance, el artista presenta además una serie de pinturas de gran formato, usando su característica técnica de goteo, donde se puede fácilmente vislumbrar el voluminoso y casi etéreo carácter del algodón de azúcar. Las pinturas se convierten en imágenes abstractas que plasman la textura del algodón y dan cuenta de las cualidades visuales y estéticas del mismo. Este material que ha sido utilizado para pintar espacios es fragmentado y representado desde un lenguaje tradicional, como lo es la pintura, demostrando el interés del artista en trabajar este proyectos desde los diversos medios que ofrece el arte contemporáneo.
De igual manera, y tal vez simbólicamente, se ubica el esqueleto, cuya figura domina la iconografía popular de México y que se hace presente en esta exhibición como soporte de una última estructura escultórica, haciendo alusión a la etapa final, que eventualmente todos nos enfrentamos y a lo efímero de la materia, tal como lo ha presentado el algodón a lo largo de los diez años de este proyecto.
La curaduría de la muestra es de Margarita Rodríguez (Rincón Projects) y Laura Saenz y permanecerá en la sala Francisco Gutiérrez hasta el próximo 18 de noviembre.