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Oaxaca, Oax. 19 de julio 2010 (Quadratín).- La Guelaguetza organizada por el gobierno del estado, que por vez primera se realiza en un lugar distinto a la Rotonda de la Azucena, debiera ser la última que sirva como carpa de lucimiento personal del gobernante en turno.
Para los nuevos tiempos que le esperan a Oaxaca nada sería mas simbólico que ir desmitificando la figura del gobernador como personaje intocable, superdotado, con poderes semejantes a los antiguos tlatoanis.
El culto a la personalidad que tanto fuerza cobró en México en la época de oro del presidencialismo autoritario, debe ser eliminado en el próximo sexenio mediante reformas que acoten los poderes casi ilimitados del jefe del poder ejecutivo. Pero no habría que esperar a que esas reformas lleguen para empezar a cambiar esa relación de subordinación ciudadanos-gobernantes que caracterizó al viejo régimen.
Hay que empezar desde abajo esos cambios porque fue de allí, desde la trinchera de los hombres y las mujeres del campo y la ciudad de todas las clases sociales, en donde se decidió darle valor al voto.
Para fortuna nuestra, es esa conciencia de que no hay que esperar todo del gobierno como algunos pueblos y organizaciones acostumbran organizar para este día su propio Lunes del Cerro. En Zimatlán, Zaachila, San Bartolo Coyotepec, Tlacochahuaya, etc, todos municipios cercanos a la ciudad de Oaxaca, pueblo y autoridades se coordinan en la organización de una festividad que es de todos y para todos.
El magisterio de la Sección 22 del SNTE también tiene desde el 2006 su propia Guelaguetza, con la particularidad de que, contrario a la que organiza el gobierno del estado, la llamada Guelaguetza Popular no obliga al pago de ninguna cuota a los espectadores, incluyendo turistas. Se caracteriza también porque quienes participan en los bailables son seleccionados por sus destrezas y habilidades artísticas y no, como suele ocurrir con algunas delegaciones que patrocina el gobierno del estado, por las relaciones de amistad o políticas con funcionarios y autoridades municipales.
Hoy, en medio de un fuerte dispositivo policíaco montado para cuidar de la seguridad personal del gobernador Ulises Ruiz y sus invitados, se organiza en el estadio Benito Juárez de ésta ciudad de Oaxaca la Guelaguetza Bicentenario que será presidida por el último gobernante surgido de las filas del PRI.
Será la primera dedicada a mal conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana y la última en donde el moderno Tlatoani presidirá un festejo que significa cooperación, reciprocidad, convivencia.
Una atípica Guelaguetza, realizada fuera de su lugar de origen porque el Auditorio del Cerro del Fortín (o Rotonda de la Azucena), construido hace 36 años, hoy el gobierno de URO decidió techarlo sin la anuencia de los oaxaqueños.
Tan atípica que la verdadera fiesta de los oaxaqueños estará por otros lados.
EL QUE TRAICIONA UNA VEZ
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Dice el refrán popular que el que traiciona una vez, traiciona dos veces. Y es el caso de Jorge Bustamante, flamante Director General del Instituto de Estudios de Bachillerato del Estado de Oaxaca (IEBO): para agarrar chamba con el gobernador José Murat, traicionó a su amigo de infancia, Diódoro Carrasco; luego renegó de Murat para declararse ulicista y ser ungido en el cargo en donde hoy pretende que lo ratifique el nuevo gobierno. Se le olvida que en la FEPADE ya están documentados los casos de cómo instituciones educativas como el IEBO, el COBAO y los CECYTES fueron utilizados por el gobierno del estado como lavaderos para desviar recursos del erario público para financiar campañas del PRI.
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