Isidoro Yescas / Precampañas: control de daños

Oaxaca, Oax. 8 de abril de 2010 (Quadratín).- Los conflictos que se presentan en las precampañas y campañas políticas son de diversa naturaleza e incluyen lo mismo divergencias personales, grupales o ideológicas. Pueden tener su origen en la disputa por posicionamientos en las estructuras de mando, por el manejo del presupuesto o por ganar imagen, prestigio político o simplemente para salir en la foto.
Por lo tanto, que estos y otro tipo de conflictos estén presentes lo mismo entre dirigentes y cuadros destacados del PRI y funcionarios del gobierno del estado, o entre las dirigencias, grupos y aspirantes a cargos de elección popular de los partidos de oposición que integran la Coalición “Unidos por la Paz y el Progreso” no resulta extraño toda vez que se trata de actores que tienen en común la lucha por el poder.
Sin embargo, lo que puede hacer la diferencia entre los actores de una lucha política es la capacidad que cada uno pueda tener para procesar de la mejor forma sus diferencias, conflictos y desencuentros. Y la mejor forma es que la ropa sucia se lave en casa y, sobre todo, que los acuerdos tomados por las estructuras de mando se respeten.
Tratándose de una estructura vertical y autoritaria, en el PRI parecería que es relativamente más fácil procesar sus diferencias y conflictos, ya con amagos y presiones, ya con ofrecimientos de cargos administrativos o políticos en un aparato de gobierno que asumen como patrimonio partidista. Este fue el procedimiento seguido por el Gran Elector para disciplinar a quienes intentaron desbancar a Eviel Pérez Magaña de la (pre)candidatura a la gubernatura. No fue una cirugía impecable pues el costo que en forma inmediata tuvo que pagar el gobernador Ulises Ruiz fue la defenestración de su amigo y cómplice Jorge Franco Vargas.
En las filas de la oposición son otros los problemas y escenarios. En este caso PAN y PRD pudieron superar sus diferencias ideológicas y políticas, y la megacampaña de prensa que en su contra orquestaron el gobierno del estado de Oaxaca y el CEN del PRI, para finalmente aterrizar en la satanizada alianza electoral con el PC y el PT. Formalizada la Coalición y cubierto los trámites de ley ante el órgano electoral se enfrascaron en la definición del procedimiento para designar a su candidato a gobernador. Desde un principio PT y PC jugaron con Gabino Cué, no así el PAN y el PRD. Pero el primero entendió muy pronto que jugar con una opción distinta a la de Cué solo pospondría la postulación del mejor posicionado entre la quinteta de aspirantes opositores. La dirigencia nacional del PRD también lo asumió de esa manera, no así la dirigencia estatal y la mayoría de las tribus perredistas que primero debieron agotar una serie de negociaciones cupulares y procedimientos estatutarios para terminar por aceptar a Gabino Cué como el más viable aspirante para figurar como precandidato y luego como candidato a la gubernatura.
Durante la precampaña surgieron nuevas desavenencias ahora derivadas fundamentalmente de una estructura de mando poco eficaz para bajar sus acuerdos y con dirigentes partidistas y aspirantes a las diputaciones y presidencias municipales más proclives a imponer sus viejos usos y costumbres para hacer política que en disciplinarse, respetar los acuerdos de sus dirigencias y acuerpar la precandidatura de Gabino Cué.
Lo que ocurrió la tarde del domingo 28 de marzo en la Plaza de la Danza, es un ejemplo de este tipo de problemas: desde el desorden que prevaleció en el estrado en donde los reporteros gráficos materialmente invadieron el espacio reservado a los representantes de la Coalición, hasta el denigrante espectáculo ofrecido por la delegada política del PT, Otilia Galindo, quien se trepó al estrado a base de insultos, bofetadas y “mordiscos” al grupo de seguridad del evento.
Otilia Galindo, aspirante a figurar en el primer lugar de la lista de candidatos a diputados plurinominales por el PT, violó el acuerdo de la Coalición porque ni ella ni otros dirigentes y diputados de oposición estaban consideradas para presidir el mitin. Sin embargo, muchos lo hicieron por otros medios no así la señora Galindo quien prefirió provocar un escándalo, encarar y retar al equipo de seguridad antes que dialogar y buscar un acuerdo con los responsables políticos del cierre de precampaña. Y lo peor: ahora pretende victimizarse y hacer responsable del incidente al presidente estatal del PRD, Amador Jara.
Y hechos similares se registraron en los 20 días que duró la precampaña, asunto que debería obligar a las estructuras de mando de la CUPP a evaluar este tipo de conductas y aplicar los correctivos necesarios para durante la campaña de gobernador este tipo de incidentes ya no se repitan.
6. Están en puerta las definiciones para las precandidaturas a las diputaciones locales y presidencias municipales y seguramente, tanto en el PRI como en las filas de la oposición, surgirán inconformidades y descalificaciones. Habrá que estar atentos sobre cómo serán procesados, porque de eso dependerá que las campañas en uno y otro bando puedan potenciarse y crecer o, por el contrario, convertirse en factor de discordias y derrotas. Al tiempo.

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