La violencia generalizada en México
OAXACA, Oax. 8 de octubre de 2014.-La educación, sin lugar a duda, representa para los jóvenes la esperanza para un futuro de éxitos. Simboliza los sueños de la niñez y adolescencia, para alcanzar una etapa de madurez.
Sin embargo, los últimos gobiernos federales redujeron la inversión pública y han ido dejando a su suerte a las instituciones educativas de nivel superior.
Mientras que la juventud de otros países es vista como un gran recurso; y se fomenta la investigación científica y tecnológica, se establecen patentes y se abre la puerta del desarrollo, el futuro que se le impone a nuestra juventud es muy difícil.
Los jóvenes de México viven de cara a una pirámide en la que no es fácil avanzar. De los niños que se inscriben en primaria y secundaria, sólo 81 por ciento logra terminar sus estudios en ese nivel, y únicamente un 62 por ciento logra ingresar a la educación media superior, y menos del 28 por ciento tiene acceso a la educación superior.
Ante este escenario, se debe aplicar un conjunto de medidas que permitan a cada joven desenvolverse según sus capacidades e intereses pero con un entorno que facilite su inclusión en el desarrollo del país para no caer en las garras del crimen, porque con la guerra emprendida contra la delincuencia, tenemos a más de 70 mil personas muertas y la gran mayoría son jóvenes; motivo por lo cual es necesario diseñar e implementar políticas públicas para resarcir estos daños.
Por ser una de las prioridades nacionales es indispensable tener una política de que el gasto en educación pública sea irreductible e intransferible y que siempre vaya por delante de la inflación, para que se puedan financiar programas de crecimiento y de mejora a la calidad educativa, así como a la investigación científica.
La vigilancia y fiscalización de los recursos públicos es responsabilidad de la Cámara de Diputados a nivel nacional, por medio de su órgano técnico: la Auditoría Superior de la Federación. Es primordial cuidar que los recursos federales sean bien utilizados.
Cada peso debe ser bien registrado, controlado, aplicado y evaluado de forma honesta y logrando beneficios concretos, en vez de que se pierda en el gasto burocrático.
Un ejemplo paradigmático de los jóvenes y la educación, lo han dado los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en donde dieron una lección de civismo al país, al realizar acciones de protesta civil pacífica para exigir la cancelación de los planes de estudios que tecnifican su educación, la cancelación del reglamento interno, la democratización del IPN, con representación equitativa de estudiantes, docentes y trabajadores de cada una de las escuelas centros y unidades, así como el aumento al presupuesto federal al IPN y sectores educativos públicos y de investigación científica con un monto equivalente al dos por ciento del Producto Interno Bruno (PIB).
Basta recordar la nutrida marcha que llevaron a cabo hasta las oficinas de la Secretaría de Gobernación (Segob) en donde su titular, ante tal presión no tuvo de otra que salir a atenderlos en dicha movilización, con la que lograron además la renuncia de la directora de su institución Yoloxóchitl Bustamante.
El IPN es una muestra que los jóvenes quieren educación pública de calidad y están dispuestos a luchar por ella, sus jornadas de protesta deben servir de ejemplo para atender el tema de la educación pública, antes que en otros puntos del país se generen acontecimientos como éste o peor aún, como lo ocurrido con la Escuela Normal de Ayotzinapa en el estado de Guerrero.
México necesita un gran cambio y ese cambio debe hacerse junto con los jóvenes, apoyando su educación, no sólo para que estos se puedan desarrollar plenamente sino porque los jóvenes representan lo mejor de la sociedad.
José Carlos Fuentes Ordaz
Twitter: @JoseCarlosFO