Por un México nuevo, en paz y con futuro
Oaxaca, Oax. 4 de junio 2012 (Quadratín).- Las campañas políticas entran a la recta final y la incertidumbre en Oaxaca aumenta. Los elementos con los que contamos los ciudadanos para determinar el sentido de nuestro voto en el caso de nuestros legisladores, nuevamente como en el 2010, están relacionados con impulsos emocionales como el hartazgo más que la identificación de alguna candidatura en particular.
Para nadie es una revelación que a Oaxaca no le ha ido bien en los últimos años. Mal anduvo en el anterior gobierno, pero aun en ese cuestionado régimen se supo usar los instrumentos a su disposición para establecer sus condiciones en momentos determinantes; en tanto que la actual administración aliancista, parece no hallarle el modo al sistema político heredado. Lo que ayer eran contrapesos hoy se han convertido en los garantes de la estabilidad política.
El caso esta comprobado: ser un buen candidato no hace a buen gobernante, esa enseñanza nos la mostró Fox. Gabino no ha comprendido que si Oaxaca resistió algunos malos sexenios del PRI, ya no puede resistir otros seis años de retraso. El haber inmolado al director del IEEPO Bernardo Vásquez Colmenares y a tres burócratas más de esa dependencia y el haber fungido como comisionado del magisterio para pedirle a la SEP que no aplique la Alianza por la Calidad Educativa y la Evaluación Universal ambos sin formar parte de los 28 puntos del pliego petitorio- para halago de los maestros paristas, pone en evidencia el precipitado debilitamiento del poder institucional.
El éxito político- electoral de las administraciones priistas consistió en que la estructura del gobierno funcionaba como el gran lubricante para el partido en el gobierno (PRI). La formula era eficaz: un partido político oficial íntimamente relacionado con las dependencias del gobierno del estado. Lo que hacía operar a la maquinaria institucional, aunque fuera para efectos electoreros. Estas prácticas asistencialistas que caracterizaban a los de ayer, ya no están. El aparato se desmanteló pero en su lugar no llegaron nuevas disciplinas democráticas ni antídotos contra la angustiosa marginación, en su lugar queda una población irritada y confundida que no se explica el retiro de apoyos, el alejamiento y la permanencia de sus privaciones.
Este perverso mecanismo de control político trajo aparejado historias de abusos y de corrupción de funcionarios del anterior régimen (hoy absueltos por mezquindad de los actuales). Pero dentro de la inmoralidad que envolvía este sistema anómalo, permitió instrumentar políticas de gobierno que lo acercaban con la población y transitar las adversidades en el ejercicio del poder amparados en la destreza y capacidad política del gobernante en turno.
Haber privado de lo mínimo a sectores vulnerables de la población ha provocado una crisis política que no es producto de la casualidad, sino que obedece al cortoplacismo y la perversión de responsabilidades que prevalece. El gobierno se desentiende, y los que deben atender y proponer (los candidatos) no lo hacen, se apuntalan a partir de los errores de sus adversarios. En el ámbito de lo nacional, los presidenciales no hacen mención del desastre que le deja Calderón y las caóticas condiciones que experimenta el país, están más concentrados en el día a día de sus campañas y en sus fraseos demagógicos construidos al calor de la circunstancia, que en plantear las respuestas a lo que acontece. Y en lo local, las cosas no son muy diferentes, los candidatos al senado se sacan sus trapitos a relucir alentando a la ciudadanía a que ejerza su voto mediante la opción del menos malo y bajo un intenso ejercicio de amnesia. Se perciben rebasados y no hablan de los problemas que enfrenta la entidad con un gobierno presa de los males de los regímenes que venció en las urnas. La mayoría de los candidatos del PRI y el PRD sustentan sus campañas en colgarse de la imagen de su candidato presidencial para obtener su curul; y en el PAN la contradicción los define, porque pretenden convertir la elección en un referéndum ciudadano sobre si el PRI que gobernó la entidad durante casi 80 años debe continuar al frente de la representación popular, aunque ellos lleven a uno de ellos al senado. ¿Cómo contribuir en detener este colapso institucional cuando se es parte esencial de el?, y ¿cómo se pretende convencer desde la proximidad de los impresentables y mostrándose nostálgicos con el viejo régimen?
Este gobierno puede pasar a la historia como la administración con las mejores intenciones pero con una negra herencia para Oaxaca. La lógica de un gobierno que pretenda favorecerse de la confusión es aventurada, no estamos presenciando un escenario de competitividad política, sólo atestiguamos la confluencia de intereses personales y fuerzas políticas ajenas a Oaxaca que se disputan los espacios del poder político. El problema de esta administración es de dirección en el poder y determinación; pero el problema de nosotros los oaxaqueños es que estamos citados el primero de julio pero sin alientos de porvenir.
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Twitter: @juandiazcarr
Maestro en economía, licenciado en derecho y maestrante en periodismo.