
La existencia histórica de Jesucristo
Oaxaca, Oax. 04 de febrero de 2013 (Quadratín).- Hallados en la tragedia que vivieron 101 heridos y otros 34 que perdieron la vida en el incidente de las oficinas administrativas de Petróleos Mexicanos (PEMEX) el pasado 31 de enero, subyacen algunos elementos trascendentes a considerar:
Teoría 1- Accidente.
Existen evidencias documentales que anunciaban la vulnerabilidad e inseguridad del Centro de Administración de PEMEX (CAP). Uno de ellos, brotó a las pocas horas del terrible acontecimiento que daba constancia de haber reportes de anomalías en esas oficinas con anterioridad. En el año 2011, los edificios del CAP registraron 2 mil 974 casos de emergencia, de los cuales uno fue un conato de incendio, 10 fugas de gas, y 10 cortocircuitos según informes de la Subdirección de Servicios Corporativos de PEMEX. En el edificio siniestrado (B-2) de 13 pisos laboran mil 590 personas que fueron dejados a su suerte por los directivos de petróleos mexicanos que han hecho caso omiso a esos reportes. Tan solo en el año 2012 se presentó un incendio en el cuarto piso en el que afortunadamente no hubo heridos ni afectaciones mayores que considerar.
Lo paradójico de la situación, es que siendo PEMEX la empresa que sostiene a nuestro país (aporta más del 50 por ciento del presupuesto nacional) sólo se le vea como la caja de gasto y el salvavidas permanente de los últimos gobiernos, y no se actué con el decoro que amerita de cara a las necesidades básicas de la propia institución.
Teoría 2 Pretexto.
Aunque resulte macabro pensarlo ante el dolor de las familias afectadas, hay voces que lo asocian como el argumento perfecto para recargar baterías y presionar sobre la Reforma Energética de la derecha. Expresiones como la del Senador Manuel Bartlett quien asegura que el siniestro en PEMEX puede ser utilizado como parte de una campaña más de desprestigio en contra de la petrolera; basada en la insistencia de su ineficacia y obsolescencia que demanda urgentemente de la intervención del capital privado y/o extranjero para rescatarla del marasmo en el que se encuentra, escondiendo así, su verdadero propósito: privatizar nuestros hidrocarburos. Estas aseveraciones cobran vigencia apoyados en tres acontecimientos contextuales: 1) la errática estrategia de comunicación social del gobierno federal y la débil argumentación de sus funcionarios; 2) la tragedia se presenta justo cuando se está debatiendo el futuro de nuestro petróleo, incluso, la Reforma Energética está programada para ser discutida en éste mismo periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión; y 3) la reforma en cuestión se encuentra contenida en los numerales del Pacto por México en la que se cifra la intención de que PEMEX sea entregada a las trasnacionales bajo el sobrenombre de socios comerciales o alianzas estratégicas.
Teoría 3 – Atentado.
La afectación física que sufrieron los tres niveles del edificio B-2 habla por sí sola. Cometió un error el Secretario de Gobernación en sus primeras y accidentadas declaraciones en las que no fue capaz de descartar el escenario menos deseable para el gobierno, ni tampoco asumió con templanza y dominio el percance. El haber dejado las cosas al imaginario colectivo acabo con el acierto de haberse apersonado de inmediato en la zona afectada. Al día siguiente el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, en una rueda de prensa manifestó que se encontraban en la zona del siniestro empresas norteamericanos expertas en explosivos que se sumaban a los trabajos de los peritos nacionales de la Marina y el Ejercito. Mismos que según reportes periciales encontraron restos de un material explosivo Composite 4 (C4) -un explosivo potente de uso militar que ha sido usado en atentados terroristas-. De confirmarse esta versión, estaríamos frente a dos posibles fenómenos: un mensaje de intimidación de organizaciones poderosas rivalizadas con el Gobierno de la República; o un aviso de grupos rebeldes que se oponen a la Reforma Energética que propone el Ejecutivo Federal.
Teoría 4 – Encubrimiento.
Aunque hasta ahora se ha dicho que los documentos que se almacenaban ahí son del área de Recursos Humanos, demandas laborales y el archivo muerto de la paraestatal, no podemos negarnos a rememorar viejos pasajes de la petrolera en el afán de desaparecer información sustancial. Como ocurrió el 6 de septiembre de 1982 cuando se incendió el sexto piso del mismo edificio B-2 que acabó con los archivos de PEMEX. En aquellos años se quemaron documentos relacionados con proveeduría y almacenes, construcción de obras del personal de confianza y áreas de explotación que implicaban a funcionarios de petróleos mexicanos en escándalos de sobornos con empresas norteamericanas (Proceso 306). Hoy el paralelismo es revelador, a unos días del trágico acontecimiento, en Estados Unidos se hizo pública una demanda de presuntos sobornos que pagó la empresa alemana SIEMENS en el año del 2004 por la cantidad de 2.6 millones de dólares por el incumplimiento en tiempo de proyectos de modernización de tres refinerías en nuestro país.
Sin ánimo de abonar a las especulaciones, resulta fundamental aclarar que pérdidas de archivos documentales sufrió la paraestatal en el siniestro de la semana pasada, así como descartar el mal pensamiento de que el suceso pudiera favorecer a la impunidad de los ex directores generales Raúl Muñoz Leos (2000-2004) y de Luis Ramírez Corso (2004-2006) relacionados con éste escándalo.
Más allá de las teorías hay hechos que evidencian que el periodo de expectativa ciudadana hacia el gobierno de Peña Nieto se acabó. Lo acontecido no sólo representa el primer desafío de ésta administración y los atributos con los que cuenta para el manejo de riesgos; también, es una oportunidad para revalorar la conducción de un PEMEX saqueado en sus finanzas e incapaz de atender los desafíos nacionales y de la propia empresa, por continuar por el servil camino de garantizar la seguridad energética de los Estados Unidos (reportes de Institute Woodrow Wilson). En honor a la víctimas, seamos sensatos.
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Twitter: @juandiazcarr
Abogado, economista y periodista
Foto: Archivo