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Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
Oaxaca, Oax. 2 de abril del 2012 (Quadratín).- Hay personas cuyo talento transforma nuestra realidad, personajes que se distinguen de otros por su tamaño intelectual y las aportaciones que de ella emanan, figuras cuya existencia queda marcada como un referente basado en su legado inmortal. Ese es el caso del universitario, jurista, académico y político Jorge Carpizo MacGregor, quien dejo de existir el pasado jueves a consecuencia de un choque anafiláctico de una cirugía que tenía programada.
Es una doble pena en estos momentos de desilusión nacional, de agotamiento, confusión y hartazgo; la privación de personas cuyos juicios son imprescindibles para orientarnos en circunstancias semejantes es un dolor consistente. El doctor Jorge Carpizo fue un hombre comprometido con la excelencia. Egresó con promedio de 9.9 de la licenciatura en derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), también fue un hombre congruente que no se prestaba a dejarse cautivar por el poder ni por los lujos banales, así lo demostró hasta el último momento de su vida, como quedó demostrado en su modesto funeral en un velatorio del ISSSTE.
EL POLÍTICO. Un hombre brillante de destacada trayectoria, que de todas las desenvolturas que tuvo, la que más lo enalteció fue la de académico; de ahí que concluyo, que el haber sido Rector de la UNAM fue el cargo que mejor lo distingue. Pero paradójicamente, su carrera profesional se vistió de polémica en el momento que decidió participar en la política nacional como un sobresaliente funcionario público, aunque nunca se separó de la Universidad hoy es juzgado con la severidad de la ignorancia.
Durante la administración del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari fue Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), tiempo más tarde fue el primero en presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) encargo que lo proyectó y lo diferenció de muchos juristas. En 1993 fue designado titular de la Procuraduría General de la República (PGR) donde investigó el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo obteniendo notables actuaciones. Para 1994, estuvo al frente -durante 10 meses- de la Secretaría de Gobernación, en la que condujo la política interior nacional en un contexto de complicación excepcional: conducir una sucesión presidencial manchada en sangre con el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y la del ex gobernador de Guerrero José Francisco Ruiz Massieu, en un ambiente amenazante por el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en esta etapa del sexenio, él mostró su indignación y desilusión con el gobierno del que era parte y dejó de serlo.
Su faceta como funcionario público acabó con su paso por el servicio exterior nacional, cuando fue embajador de nuestro país en Francia en el sexenio del presidente Ernesto Zedillo. Al término de esta encomienda diplomática se reintegró de tiempo completo al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional.
ABSURDOS. Las comparaciones son odiosas, pero me permito seguir el sendero de las cotejos al calor de los acontecimientos. Hay analistas que insisten en encontrarle similitudes a Felipe Calderón con Salinas de Gortari. Algunos apoyados en la formación académica, otros por la polémica en el ascenso al poder de ambos, y hay quienes los equiparan por las complicaciones que enfrentaron ambos sexenios en el momento de la sucesión. Pero el arribo de este personaje al gobierno salinista marca una notoria diferencia. ¿O qué de verdad, si hay algún parecido en la dimensión intelectual y la trayectoria profesional de Carpizo con Alejandro Poire o Marisela Morales? – La diferencia tal vez la encontramos en la frialdad que tuvo un mandatario de rodearse de personajes clave que visten a la política y oxigenan con sus planteamientos las tareas de gobierno, y otro, que en contraste, asignó las responsabilidades de gobierno basado en la amistad.
ÚLTIMA APORTACIÓN. Ante la crisis de seguridad pública, avivada por la guerra que desató este gobierno federal, un grupo de juristas e investigadores encabezados por el doctor Carpizo organizaron en la UNAM el Congreso Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia, en el que participaron más de 90 académicos de todo el mundo. Como resultado de este congreso surgió un documento con elementos conceptuales y políticas integrales en materia de seguridad y justicia para enfrentar este fenómeno. En el documento se abordan los motivos y se proponen soluciones, como: la salida del Ejército de labores de seguridad, atacar las arcas económicas del crimen organizado combatiendo el lavado de dinero, la capacitación de las corporaciones estatales de seguridad, mejores sueldos a los policías, e impulsar más oportunidades para la juventud. En síntesis, es el documento más completo que esboza los métodos para rectificar la estrategia imperante; sin duda, estas proposiciones deben ser valoradas hoy por los candidatos a la presidencia de la república.
En hombres como él, la vida parece larga por los alcances obtenidos. La verdad es que hizo mucho por México en poco tiempo, y ahora disfrutaba de su etapa madura enmarcada como las otras, por la alta productividad profesional que lo caracterizó. El maestro Jorge Carpizo cumpliría hoy 68 años de edad y seguramente continuaría preparando la edición ampliada de la Constitución mexicana de 1917 que dejó pendiente, seguramente también, estaría aportando elementos de reflexión en éste momento de ayuno de ideas. Su muerte no sólo es una pérdida para los suyos, lo es particularmente, para todos nosotros los universitarios y mexicanos que extrañaremos sus razonamientos. Que descanse en paz, pero que no se desatiendan sus enormes aportaciones.
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Twitter: @juandiazcarr
Maestro en economía, licenciado en derecho y consultor político.
Foto:Web