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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Mi incondicional solidaridad a Doña Michelle Chidiac y Don Pepe Estefan.
Oaxaca, Oax. 13 de agosto 2012 (Quadratín).-Dicen los publicistas que los lemas en política son un compromiso público de cumplimiento de promesa electoral. Es así como debemos contextualizar el slogan de que Ahora comienza el cambio verdadero que suscribe el Senador electo por nuestro estado, Benjamín Robles Montoya. Esa promesa, aunque parezca un gesto de ruptura o ingratitud con la actual administración a la que él perteneció, tiene visos de verdad -al calor de la conveniencia- de lo que padece la entidad.
Por un momento dejaremos a un lado los aspectos de lo que se pudo haber hecho mejor este gobierno con destino a la transición anhelada, y nos concentraremos en el mayor mal de la vida pública que subsiste y se consiente en Oaxaca: la corrupción.
LA ALTERNANCIA. Desde el 2000, con el arribo de la alternancia, los ciudadanos empujamos y conseguimos que la corrupción federal se ventilará, pero no alcanzamos a desterrar la impunidad. A partir de entonces, con mayor frecuencia se conocen los casos de corrupción sin que la voluntad política de nuestros gobernantes se plasme en sanciones judiciales. Ejemplos sobran, uno de ellos es el escándalo que apartó de la candidatura presidencial del PRI en el año 2006 al gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, pero sin que se le castigara. Lo mismo pasó en el sexenio foxista con la fraudulenta construcción de la biblioteca Vasconcelos y los turbios negocios de los hermanos Bribiesca Sahagún que terminaron en comisiones especiales en el Congreso de la Unión, más como moneda política de cambio que con ánimos de investigación. Y seguramente así será el reciente fiasco de Calderón de la Estela de Luz del Bicentenario.
Fue así, que con el cierre del ciclo del partido hegemónico en el poder la acostumbrada corrupción estructural, que era patrón de conducta del centro se trasladó a los estados; en dónde si bien, es menor el volumen monetario que se desvía, es mayor y más indignante para los ciudadanos de provincia que la padecen.
LA ALTERNANCIA DE ACÁ. Muchos pensamos que con la llegada de la alternancia a Oaxaca este monstruoso flagelo se reduciría o se terminaría, pero la inacción y la falta de convicción democrática la preservó. No sólo se incumplieron las promesas de campaña encaminadas a combatir la ofensiva corrupción que llevó a castigar al partido en el gobierno, sino que la mezquindad y el cortoplacismo hizo entronizar a la impunidad. Este gobierno declara que ahora sí actuara y no perdonará los casos de peculado. Pero se antoja difícil puesto que continúan las grandes canonjías que se otorgan desde la estructura de gobierno; proliferan los supersueldos y los megacontratos a los amigos del gobierno; la desviación de recursos etiquetados sigue siendo una constante; y los espléndidos apoyos al magisterio son mayores; junto con los excesos y gastos superfluos de los funcionarios públicos en turno. Desafortunadamente para Oaxaca la alternancia conserva esos 2 mundos en un mismo espacio: el de la abundancia en el que vive la clase política (incluida la nueva); y el de la pobreza, en el que sobrevive la mayoría de los oaxaqueños.
PROPUESTA. Si la corrección no viene de casa, entonces, que nos supervisen. Recibimos grandes cantidades de dinero de parte de la federación sin tener que rendir cuentas. No colaboramos con el desarrollo de la entidad y los impuestos locales son mínimos, un clara muestra es la recaudación por concepto de predial: 0.2 por ciento del PIB, contra el 3.1 por ciento en Estados Unidos (La reforma del Impuesto Predial en México). Si el dinero viene de la federación se tiene que fiscalizar su correcta ejecución desde el centro.
EL EJEMPLO. Esta semana se dio a conocer que el Gobierno y el Sistema Judicial brasileño realiza investigaciones de actos de corrupción para marcar un antes y un después en el comportamiento de sus políticos. Se trata del mayor escándalo de corrupción política en ese país conocido como el mensualazo. Una maniobra dirigida por el principal operador político del ex presidente Lula Da Silva -José Dirceu-, que consistió en comprar los votos de casi cien diputados de varios partidos políticos para que acompañaran al gobernante del Partido de los Trabajadores (PT) en sus iniciativas. Para lograrlo echaron mano de evasión de divisas, peculado, y actos de delincuencia organizada. La reacción de Lula ante este escándalo fue tibia, muy parecido a lo que en nuestro país sucede cuando se actúa: se voló la cabeza de varios integrantes del PT sin que hubiera sanciones judiciales, y el jefe de éstos (Lula) logro eludir su responsabilidad. Pero ahora la presidenta Dilma Rousseff no esta dispuesta a vacilar ni a omitir su responsabilidad como gobernante, en menos de dos años ya despidió a seis ministros. Esta histórica decisión presidencial se suma a lo que emprendió el pasado 2 de agosto el Tribunal Supremo de Brasil, órgano que empezó a juzgar a 38 políticos, empresarios y banqueros involucrados en el caso mensulazo. Ello muestra como un país que avanza en términos de desarrollo y bienestar no puede pasar por alto la corrupción ni la impunidad.
Si las señales son correctas, los anuncios que hizo el virtual ganador de la contienda presidencial -Enrique Peña Nieto-, respecto a combatir la corrupción como una de sus prioridades de gobierno, tendrá que estar listo para combatir las resistencias que se presentaran desde la clase política. Es urgente salir de esta absoluta impunidad en la que vivimos, no pueden quedar en el olvido ni los nuevos ni los viejos agravios. El próximo Presidente de la República deberá asumir que la modernidad no se alcanza bajo supuestos de ilegalidad y de la tradicional corrupción.
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Twitter: @juandiazcarr
Maestro en economía, licenciado en derecho y maestrante en periodismo.