Cortinas de humo
Oaxacandria
“La Política no es de odios ni amores”
Don Porfirio Díaz Mori
OAXACA, Oax. 28 de enero de 2016.- Al fenecer el primer mes de 2016 comienzan a clarificarse, en parte, las posturas de las grandes fuerzas que se han propuesto lograr la gubernatura del estado de Oaxaca. Hasta hoy -y de forma- las ecuaciones son simples: dos grandes coaliciones, la que promueven los integrantes del gobierno del estado PRD-PAN-PT y; la que se le contrapone, encabezada por el partido en el gobierno federal PRI-PVEM-Panal.
Contra esas dos coaliciones lucharán otras grandes formaciones, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) con organizaciones sociales aliadas y, en igual grado de importancia, los partidos locales, es decir, oaxaqueños, los que tienen su fuerza en las raíces indígenas como lo son y por número de votos, el Partido Unidad Popular (PUP) y sus aliados del Congreso Nacional Indígena (CNI); el Partido Social Demócrata (PSD) con una raigambre en la Organización “Shuta Yoma” (OSY); así como el Partido Renovación Social (PRS) cuyo empuje radica en el Consejo Indígena del Sureste (CIS) y que tendrá su primera participación electoral en la entidad.
Mención aparte merecen el Partido Encuentro Social (PES) y el Partido Movimiento Ciudadano (MC). Al PES lo distinguen dos situaciones a tomar totalmente en cuenta: su naturaleza política que tiene como base un buen número de células cristianas y que, en su primera participación electoral, se posicionó en el top 5 de las preferencias ciudadanas en el estado.
A MC lo distingue haber abandonado la alianza gobernante en Oaxaca, por las razones quizá justas que argumenta y de entre las que sobresale el haber sido una coalición con gobierno fallido. Hoy repudiado por la mayoría.
Todo lo anterior es de forma. Sin embargo, y para quienes gustan de lo político-electoral o como cualquier ciudadano responsable, de fondo aparecen un sinnúmero de escenarios que hacen de la política la más bella y noble labor del ser humano, incluso, a pesar de su perversión, la grilla, el más irresponsable deporte practicado por un hatajo de personeros en Oaxaca y que lo tienen hasta hoy en los últimos lugares de desarrollo humano.
Lo cierto es que hoy, a nadie escapa que la alianza promovida por el gobierno del estado no le ha alcanzado para sostener la misma formación de hace seis años: de entrada, se le fueron MC y el PUP, los encabeza un PRD dividido en su guerra tribal y con la amenaza de ser superado por Morena; un PAN que va a la baja y secuestrado por poblanos, y; un PT con respiración artificial. Por si fuera poco, a esa situación crítica se le suman dos clavos más: la magnitud del castigo ciudadano por la percepción popular hacia lo que considera un mal gobierno local y la división que se le generará con la decisión final de su candidato a la gubernatura.
En la frialdad de los números, la coalición de gobierno local ha perdido -al menos- el 25% de la intención del voto que representan Morena, el PUP y MC. Sumándole la caída del PRD, la participación cuasitestimonial del PAN y el estado catatónico del PT.
En síntesis, al haber perdido desde ya uno de cada cuatro posibles votos, puede decirse que la Coalición Electoral 2016 de la Alianza en el Gobierno Local ha nacido muerta.
Lo anterior, sin embargo, no significa que dicho mortinato no pueda revivir, puesto que la magia de la política tiene espacio para esa clase de milagros, con una decisión equivocada de la cúpula decisoria de quien lleva la mano en la coalición opositora que se ve en capacidad de recuperar el gobierno local. Sin embargo, dicha decisión desafortunada se avizora muy difícil de suceder dada la extrema capacidad política de dicha cúpula nacional hoy más que nunca marcadamente profesional.
En materia de elecciones -y como casi todo en la vida- cuando alguien pierde espacios, números o algo que se le parezca, se corresponde a otros que ganan y esa ganancia puede tener sólo dos destinos, ser socializada o monopolizada. Aquí el quid del asunto.
Por principio, conocemos a quienes ya perdieron esos potenciales votos y a quienes ya potencialmente se los llevaron consigo al pretender participar individualmente, Morena, PUP y MC. Dependerá de todos y cada uno mantenerlos, incrementarlos y, en el peor de los casos también perderlos. La fórmula es ridículamente sencilla, dependerá de las y los candidatos que postulen.
La lógica de la competencia, sin embargo, distingue quiénes pueden ganar más en esa especie de río revuelto: de entrada el partido demócrata cristiano PES y los partidos locales, todos indigenistas, que ya poseen un voto duro y que sumarán más aun cachando a quienes se queden en el sinuoso camino de sus entreguerras interpartidarias. También tienen la posibilidad de ganar votantes sorprendiendo con algún talento que hasta hoy tengan escondido o en términos políticos a algún “tapado” que concite las simpatías ciudadanas.
Hasta hoy, sin embargo, la mayoría coincide que el tarrayazo electoral lo puede lanzar la Coalición PRI-PVEM-Panal, siempre y cuando cumpla con la sencilla fórmula de todos conocida, postulando a su mejor carta a la gubernatura del estado, sin odios ni amores como decía don Porfirio, sin improvisaciones ni impostores, sin respuestas fallidas, sino a quien acredite al menos un póker de simples requisitos, a saber:
A quien tenga puentes con los partidos emergentes como el PES, Morena o con los partidos locales, incluso hasta con algunos grupos progresistas de la moribunda coalición;
A quien garantice votos ganadores en unidad o en ruptura. Donde se conciba que incluso esta última no es mala sino todo lo contrario, puesto que puede hacer renacer una nueva generación de políticos y de clase gobernante más activa, profesional y responsable; quien tenga sostén en estructura histórica, actual y futura, que garantice un gobierno estable, a secas o con adjetivo democrático, acorde a lo que requiera el tiempo social oaxaqueño.
Quien sume simpatizantes partidistas y de la sociedad civil, es decir ciudadanos, traducibles en sufragios: a) Por conocimiento y percepción de determinación, b) Por experiencia en Gobierno y Administración, c) Por carisma y magnetismo, d) Por la socialización de sus propuestas, e) Por la calidad de su equipo de acompañamiento.
La Coalición Opositora en Oaxaca encabezada por el PRI cuenta con un aspirante con este perfil ganador, del relevo generacional, con preparación académica, de experiencia que le permite su prosapia política en la entidad y con el arrastre popular y natural que le garantiza su carisma. Con toda seguridad lo hará de ya su candidato para recuperar Oaxaca.