
Pecados y virtudes
Oaxaca, Oax. 17 de diciembre de 2012 (Quadratín).-En estos días se están llevando a cabo los informes de la mayoría de los presidentes municipales y cabildos en nuestro estado de Oaxaca. Muchas autoridades cumplen con ese deber presionados por sus conciudadanos, que están ávidos de saber qué se hizo durante el año, en qué se ejerció el presupuesto municipal, y qué decisiones importantes tomaron los presidentes ante los problemas de la comunidad. El deber de informar, sin embargo, debe ir no sólo encaminado a los informes, sino también a la obligación, hasta ahora no cumplida del todo, de las autoridades para rendir cuentas inequívocas de lo que hacen y de los dineros que ejecutan, ante los órganos de fiscalización del Estado.
Los municipios en Oaxaca tienen retos que en los últimos años se han multiplicado. Hasta mediados de las décadas de los noventas, en el siglo pasado, ser presidente municipal era más un privilegio y una carga para quien ejercía el cargo, que una oportunidad para enriquecerse o para obtener provechos. En aquellos momentos, las autoridades eran en su mayoría de tipo honorario, y durante el tiempo de su encargo debían combinar sus actividades particulares con las obligaciones propias del encargo municipal. En muchos casos no recibían remuneración alguna, y sí eran sujetos de todo tipo de escrutinios por parte de la ciudadanía, que les exigía trabajo sin que en realidad tuvieran los elementos para hacer grandes cosas por sus municipios.
Esa es la razón por la que los municipios no tenían mayor importancia. La reforma constitucional en el ámbito municipal, ocurrida en 1999, imprimió un nuevo vigor a los Ayuntamientos, pero también les impuso deberes a los que la gran mayoría de las autoridades municipales eran totalmente ajenas. La Federación comenzó a transferir fondos económicos a cada municipio mexicano, pero también les estableció el deber de la profesionalización, de la rendición de cuentas ante los órganos de fiscalización, y el deber de procurar mejoras efectivas para sus comunidades. Eso provocó múltiples efectos.
Uno de ellos, el más lamentable, fue el hecho de que a los municipios se les comenzó a ver con codicia. Los cargos municipales, que antes eran rehuidos y hasta repudiados, comenzaron a ser codiciados y competidos, no por la responsabilidad sino por el atractivo manejo de recursos. Así, en pocos años, ser autoridad municipal se convirtió en la posibilidad de resolver los problemas económicos o conocer el dispendio personal, pero saciado con recursos públicos. Por eso también la justicia comenzó a echar mano de ellos, y los órganos de fiscalización comenzaron a ser más minuciosos en las revisiones, y más duros con las autoridades.
Otro de los efectos, este positivo, es el de la profesionalización. Hoy cada municipio requiere apoyo técnico especializado en diversas ramas, para hacer una administración eficiente. Quien lo hace, lleva ventaja. Quien no, se queda en el atraso. Esto lo vemos con toda claridad en estos días en que docenas de autoridades están rindiendo sus informes de gobierno. La rendición de cuentas se plasma en los informes. Pero también debe ocurrir en la entrega minuciosa de cuentas.
* Representante legal de Afodepo A.C.
Foto:Ambientación