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Narcoterrorismo, Boinas Verdes, cárteles cuasigubernamentales
PRD: LA DOBLE MORAL
Para estos momentos, el costo político de la brillante ocurrencia de Víctor Hugo Círigo, debe estar calando en el PRD. Y es que la propuesta del líder de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal fue más allá de una simple ocurrencia.
Legalizar el consumo de la marihuana es algo que sólo podía esperarse de un legislador del PRD. Bien sabido es que en muchos aspectos, sobre todos sociales, el Distrito Federal es pionero en materia legislativa. La ley pro aborto es solo un botón. Pero legalizar el consumo de la yerba no es solo pretencioso, sino impensable en estos momentos de la vida nacional. Tal pareciera que Círigo pretende erigirse en el mesías de una reforma federal de avanzada desde la modestia de su curul capitalina. El ordenamiento a reformar sería la Ley General de Salud, competencia de la Cámara Federal de Diputados y no de la ALDF. Si bien es cierto, el artículo 71 de la constitución federal concede -en su fracción tercera- el derecho de iniciar leyes a las legislaturas de los estados, el diputado amarillo erró en la estrategia. Sin siquiera tener la seguridad del apoyo de su bancada, soltó su propuesta y desató, no una polémica, sino el rechazo casi unánime de los actores políticos y sociales. Sólo Ciro Gómez Leyva se atrevió a defenderlo públicamente desde su columna en Milenio diario. La lideresa de su partido en el DF, al igual que los legisladores de Izquierda Unida en la asamblea se desmarcaron y le acusaron de imprudente y malviajado. Una confabulación con el Gobierno Federal para crear una cortina de humo ante la problemática actual, fue la explicación que sus correligionarios dieron a su iniciativa. Marcelo Ebrard fue de los primeros en reaccionar. Se deslindó y dijo que no la compartía. Círigo reviró y le tacho de ignorar el contenido de los documentos aprobados por el consejo nacional perredista en su última sesión, en los que presuntamente se abre la puerta para la pretendida legalización. De cualquier modo, este país no quiere gente fumando mariguana como quien se sienta en un restaurante a tomar una limonada. Que los efectos de la Mariguana sean similares, incluso más moderados a los que produce el alcohol; que la mejoría en las cifras negras sobre delitos asociados a las drogas sea significativa; y que los logros en cuanto a prevención, rehabilitación y combate al narcomenudeo, no hayan sido los deseados en los últimos años, como lo puntualiza Gómez Leyva en su espacio cotidiano, no son razones suficientes para legitimar el que nuestros jóvenes puedan usar y hasta abusar del cannabis. El de la legalización de las drogas no es un debate nuevo. En nuestro país Jesús Carrancá y Rivas y Eduardo López Betancourt han llevado a diversos foros universitarios sus posturas encontradas. El primero en contra y el segundo defendiendo, con mucha más lucidez y argumentos que el asambleísta presidente, su posición a favor. Una razón económica parece la de más peso. Con la liberalización del consumo, dicen, se estaría acabando con una parte importante del negocio de los narcos. Probablemente sea cierto, pero a un costo incuantificable y muy nocivo: el envenenamiento consentido por el Estado Mexicano de lo más valioso, si es que algo de valor nos queda, que es la nueva generación. Los que se van a morir, que se mueran bien podría ser el lema. ¿Cómo es que el PRD o uno de sus legisladores primero se pronuncian por la prohibición de fumar en espacios públicos, para en seguida proclamar la libertad de fumar mariguana en espacios exclusivos? Es una de esas interrogantes solo posibles en países como el nuestro, donde el raiting político lo justifica casi todo. Destinar mayores recursos a la prevención del problema, proponer leyes que fomenten la convivencia y unión familiar, destinar más dinero para áreas y actividades de sano esparcimiento, debían ser el camino que Círigo debía proponer. Por fortuna la iniciativa no prosperará y esta nueva prueba de la doble moral quedará solo para el anecdotario.
*Director General de la Comisión Estatal de la Juventud.