Exige Congreso al Ejecutivo atender problemática del agua en Juchitán
Francisco Símerman / Quadratín
Puerto Escondido, Oax. 4 de octubre de 2009 (Quadratín).- Fue un 30 de septiembre de 1999, el reloj marcaba alrededor de las 11de la mañana con 31 minutos, tras escucharse un intenso sonido proveniente del centro de la tierra, ésta comenzó a temblar, tan sólo 47 segundos duró aquel movimiento telúrico que afectó severamente a comercios, instituciones educativas, edificios que albergaban oficinas públicas y privadas, el panorama era desalentador y se hizo acompañar por dolor, desolación, muertes y una gran herida que aún no ha cicatrizado y lacera a los costeños que vivieron aquel trago amargo.
La incertidumbre creció cuando ni bien pasaban 13 minutos de la gran sacudida y vino la primera réplica, que según el Sistema Meteorológico Nacional fue de 4.2 grados, a los seis minutos posteriores, de nueva cuenta se sintió la tercera convulsión terrestre, en total fueron dieciséis replicas las que se apreciaron de aquel 30 de septiembre al 1 de octubre, no tardaron en arribar al aeropuerto internacional de Puerto Escondido inmensos helicópteros y aviones de la Fuerza Aérea Mexicana repletos de provisiones y medicamentos, así como personal del Ejercito Mexicano para aplicar el Plan DN-III-3.
El entonces gobernador del Estado, José Murat llegó con el Presidente de México, Ernesto Zedillo para implementar programas emergentes de reconstrucción, de acuerdo al registro, fueron más de 23 mil viviendas afectadas en todo el litoral, pero las acciones de rapiñas de funcionarios municipales y del estado asentados en esta región no se hicieron esperar, los aviadores sólo cumplieron con entregar la mínima parte con pequeñas covachas que recriminó la población afectada que se vio engañada nuevamente por los gobernantes, principalmente por los representantes del PRI.
El temblor nos pegó donde más nos duele, en las familias de escasos recursos, ellos son los que más sufren y a quienes tenemos que apoyar, decían; pero poco tiempo después las palabras se las llevó el viento y los apoyos de la Federación nunca llegaron, los afectados quedaron solos y desamparados con su sufrimiento y desesperación, conforme pasaba el tiempo los alimentos se escaseaban -o en su caso- no faltó el político corrupto que guardó las despensas en grandes bodegas para entregarlas en temporadas electorales o para beneficio personal o venderlas y hacer su negocio personal, tampoco fueron entregadas láminas, cobijas, ni colchones; el agua potable embotellada era insuficiente y los medicamentos limitados, todo era padecimiento.
Fue un sismo de 7.4 grados en la escala de Richter cuyo epicentro fue al noreste de Puerto Escondido y prácticamente sacudió toda a la Costa de Oaxaca con una duración de 47 segundos, entre las poblaciones más afectadas de los distritos de Sola de Vega y Juquila fueron San Pedro Juchatengo, Ojo de Agua, San Pedro y la Luz Tututepec, Río Grande, Santa Catarina Juquila, Puerto Escondido, Santa María Colotepec, San Gabriel Mixtepec, Santos Reyes Nopala y muchas comunidades más.
Hoy a diez años de haberse registrado el fuerte sismo y habitantes de esta demarcación aún no arraigan la cultura de prevención y protección civil, el delegado regional de esta instancia José Juan López Villavicencio, indicó que son pocas las instancias educativas, las dependencias gubernamentales y empresas privadas que realizan simulacros sobre cómo actuar en caso de que se presenten estos fenómenos naturales impredecibles, que de un momento a otro podría ocurrir nuevamente por ubicarse está región, en una de las zona más sísmicas del país.