Angélica Ambrosio, la poesía pedagógica o las palabras de la mujer sabia

Fue hasta el siglo XIV cuando la pintura dejó el espacio de una actividad vulgar (hecha por el vulgo) e ingresó a la categoría de la poesía, de las “artes liberales” como “vía del saber”.
La poesía fue la reina de las artes, encabezaba aquella parte de la catalogación del pensamiento que transmitía saberes. Así tenemos siete categorías de las “artes liberales”: gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, música y astronomía; clasificación que se conserva hasta la Edad Media. Desde Boecio la aritmética, la geometría, la música y la astronomía se denominan Quadrivium; las tres primeras, desde el siglo IX, Trivium.
La retórica, esa forma hoy abandonada por los estudios científicos -pero vuelta a circular por las investigaciones de Paul Ricouer, El conflicto de las interpretaciones, Ensayos de hermenéutica-, vuelve a ser retomada por disciplinas que en el siglo XX fueron consideradas opuestas, como las matemáticas y la poesía, la pedagogía; y son las mujeres, la poesía hecha por mujeres, quienes regresan el carácter de expresión sabia de la poesía.
En la denominada Europa del Este tenemos la producción de Wislawa Szymborska y sus poemas matemáticos, en México está la poesía de Rosario Castellanos, quien nos habla de la mujer, su sensibilidad y su rol social en un país de mansedumbre patriarcal. Y a Helera Beristaín, profesora universitaria pionera en el país del análisis estructural del lenguaje.

En Latinoamérica, dice Piglia en Los diarios de Emilio Renzzi, tomo I, “aprendemos a leer con las mujeres, mi madre me tomó las primeras lecturas”; ellas nos comparten las letras y la comprensión y expresión de nuestro entorno.
En Oaxaca tenemos la poesía de Angélica Ambrosio, quien, a partir de su actividad profesional como profesora frente a grupo, nos conduce por los caminos de la “nueva poesía oaxaqueña”.
La poesía de Angélica Ambrosio conserva el tono pedagógico -palabras sabias, transmisión de conocimientos a partir del amor a las palabras, al lenguaje. En la pasada celebración del 8M, Ambrosio en un grupo de mujeres poetas mostró la fuerza de sus poemas:
¿El mundo se recorre solo con dos pies? Y estos dos pies, ¿solo se calzan dos zapatos? En el mundo de los duplicados escribí que el mundo se recorre con dos pies, a /decir verdad escribí que se recorre/con dos ojos.

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Angélica Ambrosio -como la mayoría del magisterio oaxaqueño- durante los dos pasados años enfrentó la emergencia sanitaria con sus propios recursos y con un diseño pedagógico que responde al formato de la educación a distancia: profesora en el subsistema telesecundaria, desarrolló a través de watts un esquema de clases para sus alumnos a partir de poemas.
¿Cómo se transfiere conocimientos sobre la ecuación de primer grado con poesía? No lo sé, mis profesores de nivel secundario no me lo enseñaron -quizá ni ellos mismos no lo sabían. La escuela telesecundaria donde puso en práctica la poeta Angélica este modelo se ubica en Montoya, territorio abandonado de la mano de Dios y del gobierno donde impera la violencia, el narcotráfico y el alcoholismo. ¿Cómo se enseñan los conceptos de gobierno y territorio con poemas?

Reproduzco:
Entonces/definitivamente/en el libro de los duplicados debe quedar plasmado que los pies desnudos y/torpes no son el único transporte para recorrer el mundo/porque el mundo puede ser biplano/bicóncavo/biconvexo/Y/por lo tanto habrá que recorrerlo con ojos bipolares. En la escuela nos enseñan a ser máquinas, no libres y pensantes, expresivos y sensibles (quizá porque no conviene así a los señores del poder y el dinero).
Cuando leo poesía relaciono a partir de los sonidos una experiencia que cargo en la punta de la lengua y se me olvida, algo ya aprendido o conocido, visto, que viene de mi propia experiencia y no la alcanzo a recordar. La poesía de Angélica Ambrosio nos dice -la pedagogía corre por todo poema- de un mundo que ya conocimos y olvidamos, que conservamos en la memoria como la parte luminosa de nuestra vida.
Andamos./Avanzamos./Recorremos./Caminamos./ ¿De cuántas formas se puede nombrar el desplazamiento?