Ricardo Cordero, hexacampeón de la Carrera Panamericana
GUADALAJARA, Jal., 8 de agosto de 2021.- Fueron 17 días en los que miles de atletas persiguieron la gloria. Algunos la alcanzaron. Otros se llevaron a casa la satisfacción del sueño cumplido. Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 han llegado a su final. Con una emotiva ceremonia, se despidió a la magna justa y se apagó el fuego del pebetero para dar paso a París 2024, donde el mundo se reunirá una vez más alrededor del deporte.
El mayor legado de estos Juegos Olímpicos es la esperanza de poder recuperar algún día la vida como la conocimos. Por eso, el mensaje elegido: Stronger together o más fuertes juntos. Tokio 2020 le demostró al mundo que unidos es posible llevar a cabo cosas que parecían imposibles en medio de una pandemia. Claro que con marcadas diferencias: por ejemplo, el ver las tribunas vacías durante la ceremonia de clausura realizada este domingo.
A las 20:00 horas (tiempo de Japón) arrancó la despedida de unos Juegos Olímpicos ganados en el medallero por Estados Unidos, pero de los que salió triunfador el mundo entero, por llevarse de ahí la presea más importante en este difícil momento que vive la humanidad: la esperanza. Thomas Bach, presidente del COI, entró al Estadio Olímpico de Tokio junto al resto de las autoridades locales.
Tras izar la bandera y escuchar el Himno japonés, entraron los atletas abanderados de cada país, todos juntos como dicta la tradición, para representar la unión del mundo inspirada por el deporte. La pentatleta Mayan Oliver llevó la de México. Pasaron junto al pebetero encendido y formaron un círculo alrededor de plataforma central. Enseguida ingresaron casi cinco mil atletas, los que aún se encontraban en Japón, para unirse a la fiesta de despedida y se colocaron alrededor.
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