Trump y la Corte: derrota liberal, victoria populista
OAXACA, Oax., 18 de octubre de 2020.- En política todos los seres humanos pueden y deben gozar de la felicidad y la raíz de la felicidad. Este es el principio fundamental del ejercicio de la política, por esa razón nos asociamos. La felicidad es un tesoro tan valioso que lo es sólo con los otros. Felicidad que no se comparte no es felicidad.
La felicidad en su sentido más simple es estar libre de sufrimiento. Si se quiere, la política consiste evitar el sufrimiento en las personas, en los grupos, en las clases, en las naciones, en la humanidad entera. Esta es la noble tarea de la política. Decía Reyes Heroles que la política es tan limpia, tan diáfana, que ni los peores políticos la pueden ensuciar.
Entonces, la felicidad de la gente, de las personas, de la humanidad, es lograrla sin sufrimiento. Que permanezcan en la Asociación Política en la plena ecuanimidad, libres de todo deseo maligno, de agresividad y de la ignorancia.
No ser ecuánimes nos hace sufrir, de la misma manera, los deseos nos hacen infelices, no se diga de la agresividad y sobre todo, la ignorancia, que es la fuente de la infelicidad. El sabio no la conoce por ninguna de sus formas.
La política es belleza en sí misma, la plena política es una forma civilizada de vivir juntos sin destruirnos. La política, en realidad, concierne al modo en que vivimos juntos en tanto que seres humanos, y todas las prácticas espirituales señalan una misma simple y profunda verdad: que sólo el amor lleva a la paz, nunca el odio. Esto es tan válido para las naciones como para los individuos.
La palabra clave de los puntos anteriores, es todos, porque este deseo benéfico no se limita a unos cuantos ni a ciertas personas. La escisión de las políticas y en la política es la raíz de nuestros sufrimientos.
No es mediante leyes, ni mediante acciones administrativas, como realmente cambiarán las vidas de aquellos que viven en la pobreza y la miseria. Sólo el perdón, la generosidad, la conciencia, la bondad y el altruismo marcarán en forma verdadera la diferencia.
El hombre moralmente sólido, formado en los principios, valores, con una gran formación, hará posible la práctica de la política que puede poner fin al sufrimiento humano. Lo contrario es lo que estamos viviendo ahora.
El mundo está infestado de malos, ignorantes, nefastos, corruptos políticos, por eso la humanidad sufre intensamente.