Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de julio de 2020.- En estos momentos de grandes retos para los políticos se debe acudir a la experiencia. La sabiduría sólo se alcanza por ésta y por un vasto conocimiento, sin experiencia nunca se podrá arribar a la sabiduría. En estos momentos se deberá optar entre el sufrimiento y la nada, desde luego, nos debemos quedar con el sufrimiento, las grandes cosas se alcanzan mejor a partir de los grandes fracasos y no de las grandes glorias, es muy peligroso quedarse en la nada.
Los políticos del mundo deberán escoger, no hay remedio de ello, entre una vida simulada de ilimitado placer, en la que cada ambición y cada deseo se colmaran; o por una vida real marcada por todas las previsibles frustraciones y decepciones, una mezcla habitual de sucesos incompletos y de sueños incumplidos, en medio de un caos de angustias, dolores y muertes.
De verdad, a los políticos les es necesario el imperativo categórico de que algo deben hacer, en forma incondicional, a pesar de las posibles consecuencias. Para este imperativo, no existen condiciones óptimas, todas son adicionales, tampoco son implícitas y explícitas, navegar en mares enfurecidos, en donde habría que sostener el timón del gobierno con fuerza, con determinación, para mantener el rumbo.
Desde luego, los políticos deberán actuar con una regla de conducta, con una máxima, que no puede ser una particularidad, sino una ley universal. La norma fundamental que debe prevalecer en estos graves momentos, en la lucha contra la pandemia y la crisis económica, es que por ninguna circunstancia, por más grave que se considere, se debe considerar a las personas como medios, siempre se deben considerar como fines.
Decir que un determinado gobierno aguanta un determinado número de muertos por los espacios que existen en los hospitales, es un ejemplo de ello. O decir también que en la apertura del confinamiento del mercado se pueden soportar una determinada cantidad de contagiados. En estos casos se están tomando a las personas como medios y no como fines.
No se puede permitir la degradación de la naturaleza humana, pues cuando las personas se convierten en objetos de políticos, de sus intereses, de sus apetitos, de sus ideologías, doctrinas y compromisos, todos los motivos de un vínculo moral dejan de funcionar, porque en este tipo de relaciones, las personas se convierten en cosas, por lo tanto, usadas y tratadas como trastos y como cualquier cosa.
Por tanto, los políticos deberán de actuar por un imperativo que implique que sus acciones sean morales en sí mismas. Dadas las circunstancias, es decir, la autonomía, la libertad de sus voluntades, deben obedecer a leyes impuestas por sí mismas. La regla es que nuestros políticos deben de actuar de tal modo que nunca traten a las personas, mucho menos a la humanidad, como simples medios sino siempre debe ser como fines.
Ojalá los políticos no olviden las enseñanzas de la Biblia, de grandes pensadores como Popper, Confucio, Adam Smith, quienes enseñaron reglas básicas y sencillas de convivencia humana muy útiles para estos momentos.
No hagas a los otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Si no se hace daño a nadie se espera que nadie te lo hará. De la misma manera, tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran, todo esto, según la Biblia, resume la ley de los profetas.
Siempre debemos de pensar que las personas pueden esperar que hagamos algo por ellas, que sea razonable, nos dice Popper. La norma es no desear a los otros lo que no se desea para sí mismo, si uno desea reconocimiento habría que ayudar a los otros conseguirlo, si se desea éxito, es menester ayudar a otros, en esto radica las ideas de Confucio.
Todos debemos considerar al corazón como el gran juez que debe guiar nuestras conductas, su jurisdicción se basa en el deseo de poseer las cualidades y realizar los actos que amamos y admiramos en los demás, resume las ideas de Adam Smith. Qué nos cuesta y qué les cuesta a los políticos un poco de humanidad.