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Las ciudades y sus alrededores pueden tener una mejor calidad de vida. Para ello es necesario utilizar las herramientas adecuadas que aporten a soluciones concretas. Éstas provienen de determinadas filosofías y metodologías. Una de ellas se conoce como “Ciudad Inteligente” (Smart City por su nombre en inglés).
El estratega de adaptación climática Boyd Cohen describe las diferentes etapas del desarrollo en el pensamiento de las ciudades Inteligentes desde sus inicios hasta la actualidad. En la primera etapa la tecnología es el motor que impulsa los cambios, sin pensar demasiado en implicaciones de las soluciones tecnológicas o cómo pueden afectar la calidad de vida de los ciudadanos. Una segunda etapa es que las ciudades comienzan a liderar los procesos, restando espacio a los proveedores de tecnología. En esta etapa el municipio, liderado por alcaldes y administradores de la ciudad con visión de futuro, toma la iniciativa para determinar cuál es el futuro de su ciudad y cuál es el papel del despliegue de tecnologías inteligentes y otras innovaciones. En la tercera etapa, las ciudades inteligentes comienzan a adoptar modelos de co-creación ciudadana. Ejemplo de ello es la ciudad de Viena, donde el gobierno ha tenido un fuerte enfoque en la participación ciudadana para abordar la vivienda asequible y la igualdad de género.
De acuerdo con Naciones Unidas, en 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y áreas urbanas. Esto obliga a pensar principalmente como será el uso de energías alternativas, las redes de transporte urbano, y los manejos y saneamiento de aguas residuales. A nivel mundial, gobiernos y profesionales son conscientes de los diversos desafíos que enfrentan las ciudades. En Latinoamérica los desafíos son similares: falta de espacio para una movilidad sustentable, la condición del agua y sus afluentes, falta o la ausencia de espacios verdes, las urbanizaciones sin control, el cambio climático, la pobreza, la inseguridad, la inclusión social, el deterioro económico, entre otros.
Una ciudad inteligente es una ciudad (o región) que está gestionada y controlada por alta tecnología. Esto se hace sobre la base de datos recopilados de ciudadanos, dispositivos y servicios. Esto basado en el concepto llamado Internet de las cosas, (the Internet of Things, IoT). La gran cantidad de datos que circula entre dispositivos conectados a internet permite recolectarlos y utilizarlos para desarrollar diferentes tipos de pronósticos. En la ciudad inteligente todas las partes de ella están conectadas entre sí, e intercambian datos, ya sea a través de sensores o de Internet.
La ciudad utiliza datos y algoritmos para diseñar, implementar y evaluar las políticas públicas de forma más inteligentes. La recopilación de datos es un medio para mejorar la ciudad y no un fin en sí mismo. Esta recolección de datos está destina a, por ejemplo, facilitar el seguimiento y control del funcionamiento de los servicios públicos, así como a la regulación de estacionamientos de carros o bicicletas, regulación de los flujos de tráfico, iluminación en los espacios públicos, regulación y monitoreo de servicios de agua y energía, recolección de residuos, entre otros.
El Smart City Index 2020, elaborado por The Institute for Management Development (IMD), en colaboración con Singapore University for Technology and Design (SUTD), clasifica las ciudades en función de los datos económicos y tecnológicos, así como de las percepciones de sus ciudadanos sobre lo «inteligentes» que son. En este índice se ubican en los primeros tres lugares las ciudades de Singapur, Helsinki y Zúrich. Las ciudades latinoamericanas que se destacan son Medellín, Colombia (72), Argentina, Buenos Aires (88) y Ciudad de México (90). La Universidad de Navarra (IESE), considera que, entre otros, una movilidad urbana y transporte público sostenible, gestión inteligente de residuos sólidos, mejora de la sostenibilidad medioambiental, tecnologías aplicadas a la educación y a la salud, son factores que definen a una ciudad como inteligente.
Algunos de los beneficios de vivir en una ciudad inteligente son: la optimización de la movilidad urbana, al contar con semáforos inteligentes; reducir las emisiones de contaminantes mediante medidores de calidad de aire; contar con el uso compartido de bicicletas, prevención de criminalidad por cámaras de seguridad con reconocimiento facial, ahorro de energía, redes de suministro de agua, gestión de residuos, ayuda eficiente en la salud para pacientes, mejor transporte público.
La ciudad de Ámsterdam, a través de su programa Amsterdam Smart City (ASC), enfoca sus proyectos “inteligentes” en los campos de Economía Circular, Conexión Digital, Energía, Salud, Movilidad y Talentos para el futuro. Otros ejemplos de acciones se localizan en Nueva York, en donde se han colocado cientos de sensores en los diferentes distritos de la ciudad que acumula datos para ayudar a administrar servicios de gestión y recolección de desechos de manera más eficiente. En Seúl se ha desarrollado una tecnología enfocada a ayudar a las personas mayores que viven solas. Cuando no se detecta movimiento durante un cierto período de tiempo, se contactará a los servicios de emergencia.
Diferentes autores en la literatura mencionan como factores de éxito en la implementación de acciones de ciudad inteligente el liderazgo político y un gobierno con enfoque integral, holístico y completo, que suma una fuerte participación ciudadana. Como común denominador se encuentra la preocupación de los ciudadanos en la privacidad y el manejo de su información. La imagen que el gobierno, donde los municipios rastrean a sus ciudadanos con sensores y cámaras y almacenan datos, generan desconfianza de cómo, quién y para qué se utilizan esos datos, bajo qué leyes están amparados. Los mayores riesgos que conlleva una ciudad inteligente pueden resumirse en: darle mucho poder de las empresas de tecnología, crear una sociedad basada en algoritmos, no respetar la privacidad, generar demasiada dependencia de la tecnología, la autenticidad de los datos recopilados y evaluados, y por ultimo, una posible racionalización de la vida cotidiana.
El objetivo principal de una ciudad inteligente es mejorar la calidad de vida. La Ciudad Inteligente es un concepto que, debe resaltarse, tiene un carácter de herramienta y no de un fin. Como herramienta transversal tecnológica es capaz de ofrecer soluciones integrales a las necesidades de sus habitantes en los temas de movilidad, planeación urbana, gobierno, economía, energía, medio ambiente, resiliencia, seguridad, educación y salud.
Espera de los gobiernos un rol activo y emprendedor, y de sus ciudadanos, una fuerte participación y compromiso, así como también del sector privado y de la academia. Solo con un trabajo en conjunto se pueden implementar soluciones y evitar desaciertos, sobretodo en la privacidad y en el manejo intencionado de datos.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dictaminó que México cuenta actualmente con otras tres ciudades inteligentes, Maderas en Querétaro, Tequila (Ciudad Creativa) en Jalisco y Smart en Puebla. ¿Está Oaxaca de Juárez lista para iniciar su camino hacia una Ciudad Inteligente?
Despacho: Beccan Davila – Puentes (BD+P)
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