Economía en sentido contrario: Banamex
Itinerario político
En los próximos meses los ciudadanos mexicanos seremos testigos de una de las mayores tragedias políticas de la historia.
Sí, veremos una colosal “guerra civil” al interior del partido oficial, Morena; batalla que pudiera arrebatarle al dueño de ese “movimiento” el control de la sucesión presidencial y, por tanto, de su Maximato.
Claro, si no es que la hecatombe desencadena el fenómeno contrario; el llamado “necesariato” –el imperio del indispensable, según Cosío Villegas–, que no sería otra cosa que la justificación de la reelección de López Obrador.
En todo caso, a casi dos años de que expire el sexenio de AMLO, queda claro que en Morena no existe ni existirá democracia y que la sucesión presidencial será decidida al más viejo estilo del PRI; a través del nada democrático “dedazo”.
En efecto, en los meses por venir, nadie más que el presidente Obrador decidirá quien será candidato a su Maximato o quien lo acompañará en el peligro viaje de la reelección presidencial.
¿Y por qué la certeza de que “el dedo de Palacio” será el único que ungirá al sucesor para el Maximato que viene?
Porque el propio jefe del Estado y del gobierno mexicanos lo dijo con toda claridad desde su circo mañanero, el pasado martes.
¿Y qué fue lo que dijo el presidente?
En un desplante del enojo –cada día más común en López y que toda la clase política entendió como un regaño a Marcelo Ebrard–, y ante la exigencia de “piso parejo” en la sucesión presidencial de Morena, el presidente respondió que “será la gente” la que decida.
Así lo explicó el mandatario: “En el caso de los candidatos a la presidencia (va la) encuesta y lo que diga la gente; y yo voy a apoyar al que gane la encuesta.
“Y también cuando se habla de que no hay piso parejo, es un menosprecio a la gente porque ya nadie se deja manipular; que eso no se use como excusa…
“¿Y cómo no va a haber piso parejo si va a ser el pueblo el que va a decidir…?” (Fin de la cita)
Está claro, frente a la declaración del propio López Obrador, que él y sólo él decidirá quien será el sucesor en la presidencial del 2024 por el partido Morena. Es decir un dedazo sin pudor.
Claro, si es que al final el mandatario no decide por la reelección en una suerte de “necesariato” al estilo del dictador Porfirio Díaz, en cuyo caso veremos el “autodedazo”.
Por eso, frente a la confesión de parte, las preguntas resultan obligadas.
¿Quién, en el Partido Morena, se atreve a decir que en ese partido existe democracia interna?
¿Quién, de los “genios” de la política en Morena se traga el cuento de que al candidato presidencial lo elegirá “la gente”, de manera libre y mediante una encuesta?
¿Cuántas de las encuestas promovidas por Obrador han sido legales, creíbles, confiables y auténticas? Todas han sido una farsa.
¿Quién, con dos dedos de frente, la cree a López cuando dice que el candidato presidencial de Morena “lo elegirá la gente”?
¿Cuál gente, si la historia de Obrador y sus encuestas confirman que todas han sido manipuladas a favor de lo que decide AMLO?
¿De verdad hoy nadie se deja manipular, como dijo el dueño de Morena?
Lo cierto es que dentro y fuera de Morena el único que decide se llama Andrés y se apellida López Obrador.
Lo demás, es parte de la retórica mentirosa del “amado líder”, quien dese hoy les dice claramente a todos los presidenciables del partido de su propiedad –Claudia, Marcelo, Ricardo y Adán–, que “la gente” que participará en “la encuesta” vive en Palacio y que allí se decide el sentido del voto en todos los sondeos.
Y por eso, porque todos saben que las encuestas de Palacio son amañadas, veremos una pelea épica por la candidatura presidencial del partido oficial.
Y de nuevo obligan las preguntas.
¿Qué hará Marcelo Ebrard si la elegida es Claudia?
¿Qué hará Claudia si el elegido es Marcelo?
¿Y qué hará Adán si los elegidos son Claudia o Marcelo?
La respuesta es elemental.
Tanto Claudia, como Marcelo y Adán se disciplinarán y “apechugarán” a cambio de un premio de consolación.
Y es que la medianía de los tres y la cobardía de sus historias políticas los han vuelto totalmente predecibles.
Sobre todo en el caso de Marcelo Ebrard, quien ya vivió la experiencia de una encuesta para buscar la candidatura presidencial, que de manera tramposa le habría ganado AMLO.
En su momento, Marcelo tenía todo para sepultar las aspiraciones de López Obrador y hasta para llevarlo preso, pero la cobardía lo dobló.
En realidad la hecatombe llegará por el lado de Ricardo Monreal, quien es el único precandidato que ya tiene su nombre garantizado en la boleta del 2021, a pesar de que López Obrador no lo hará su candidato.
¿Y entonces de qué partido será candidato Monreal?
Está claro que Monreal nunca será palomeado por López Obrador. Y la razón es elemental; AMLO no confía en el zacatecano.
Y frente a esa realidad, Monreal ya hizo tratos con Movimiento Ciudadano, pero intenta meterse con la coalición Va por México, para convertirse en el aspirante del PRI, PAN y PRD, además de MC.
Esa sería una candidatura capaz de desbancar a Morena.
Pero hete aquí que ni PRI, ni PAN y menos el PRD quieren a Monreal, porque tampoco confían en su pasado de traiciones y engaños.
Y sólo basta voltear la mirada a Zacatecas, al Senado y a la alcaldía Cuauhtémoc de CDMX, para darse cuenta de la clase de políticos y gobernante que es Monreal; uno de los menos eficientes en el ejercicio del poder.
Por ejemplo, en las últimas décadas Zacatecas es la entidad peor gobernada, por la familia Monreal; mientras que en la capital del país la corrupción fue el signo distintivo de Monreal en la hoy alcaldía Cuauhtémoc.
Además, claro, de que el PRI podría “llevar mano” en la candidatura presidencial de la alianza con el PAN y el PRD, si es que el tricolor se alza con la victoria en el estado de México, en 2023.
De esa manera, y a pesar del “dedazo” que se avecina en Morena, aún no hay nada para nadie en la presidencial de 2024; claro, frente a la hipótesis de una elección limpia y sin manoseo oficial, lo cual parece imposible, ya que López Obrador es el rey del fraude.
Al tiempo.