La Constitución de 1854 y la crisis de México
Uso de Razón
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de julio de 2016.- Desde luego que hay sectores políticos que no van a estar conformes nunca con lo que haga Peña Nieto porque no perdonan que les haya ganado la elección presidencial. Sin embargo, en escasos días hemos visto señales del gobierno que apuntan hacia la corrección de rumbo.
Ha sido un acto de humildad ofrecer disculpas y pedir perdón por haber ofendido a la sociedad con el tristemente célebre episodio de la “casa blanca”.
No hubo ilegalidad de por medio, pero sí un acto indebido para la imagen presidencial.
Ofreció disculpas por ello y, hasta donde sabemos, hace tiempo que devolvió la casa y deshizo el trato con el Grupo Higa, que entregó el terreno en condiciones ventajosas para que la esposa del Presidente ampliara la “casa blanca” de Las Lomas.
Para los que odian a Peña Nieto siempre será insatisfactorio si no se corta las venas, pero en términos políticos y personales implica un acto de valor abrirse de esa manera con la sociedad y, sobre todo, hacer evidente que recibió en mensaje y actuó en consecuencia.
Han pasado dos años de ese episodio, sí, pero los recientes resultados electorales y el bajo nivel de aprobación de la gestión presidencial son la voz de la sociedad que reclama y castiga. Fue escuchada.
Este hecho –pedir perdón- no es aislado, sino que se da junto a una serie de medidas que podrían acercar al Presidente con la ciudadanía y lograr que sea su intérprete en sus demandas más sensibles.
Peña Nieto se prepara para afrontar el último tercio de su gobierno con autoridad moral para castigar la corrupción y recuperar credibilidad.
Hace unos días el Presidente ordenó una controversia constitucional para evitar que tres gobernadores de su partido acomodasen la legislación local y a los encargados de aplicarla, a fin de cubrir su retirada en medio de una serie de acusaciones o sospechas de corrupción y abuso de autoridad.
Eso se llama empezar por casa. Primero le quita el blindaje a los suyos. Si hay elementos procederá contra alguno o algunos de ellos, a la vez que promulga la más rigurosa legislación anti corrupción de que se tenga memoria.
¿No pasa nada? ¿Es puro teatro? Evidentemente no. En el peor de los casos, que no actúe contra alguno de los gobernadores señalados, están a disposición para que los castigue el PAN en caso de que hayan cometido delitos.
Al mismo tiempo se acepta la renuncia del Secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, pues carecía de legitimidad para investigar a sus jefes y amigos dentro del gobierno.
Hace unos días asumió un nuevo presidente del PRI, Enrique Ochoa, con un discurso frontal contra la corrupción en los servidores públicos emanados de su partido y de otros, lo que da un perfil claro acerca de cuál será una de las prioridades del resto del sexenio.
Estamos, pues, ante el inicio de un giro en el gobierno, que corrige el rumbo, y que para llevarlo a la práctica va a requerir más cambios de personas y de actitudes.