Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de diciembre de 2016.- Esta semana la realidad se encargó de explicarnos por qué las Fuerzas Armadas están en tareas de seguridad.
La banda encabezada por Raybel Jacobo de Almonte (El Tequilero) en la zona de Tierra caliente en Guerrero, hizo una más de las suyas y secuestró a un distinguido ciudadano de San Miguel Totolapan, el ingeniero Isauro Paz.
En respuesta, los habitantes de San Miguel, hartos de los latrocinios de la banda Los Tequileros, tomaron como rehenes a 20 personas ligadas a ese grupo criminal y a la mamá del jefe de Los Tequileros.
“Hijo, si tienes al ingeniero entrégalo por favor. Yo confío en que lo vas a entregar. Entrégalo por favor”, dijo en un video la mamá del Tequilero en su cautiverio.
Dicho y hecho. Raybel Jacobo Almonte liberó al secuestrado y los pobladores de Totolapan soltaron a la madre del Tequilero.
Así de simple? Claro que no.
Los integrantes de la banda van a cobrar venganza por la afrenta contra su jefe, correrá sangre, y los que pierdan a sus padres jurarán vengarse contra familiares y cercanos de Los Tequileros.
Y así sucesivamente, porque así se vive en Totolapan, Arcelia y otras localidades de la Tierra Caliente guerrerense que se encuentran a merced de bandas criminales.
Los Tequileros son una banda dedicada al sembradío y comercialización de amapola (goma de opio), al secuestro, a la extorsión, el robo y el asesinato de quienes se les opongan.
Dicen las crónicas que los habitantes de Totolapan colgaron mantas en el pueblo en las que demandan el auxilio del jefe de otra banda criminal, para frenar los abusos y la expoliación de que son objeto de parte de Los Tequileros.
Tal vez esa ayuda no llegue, porque se dice que el jefe de esa otra banda, que podría defender al pueblo del azote de Los Tequileros, fue asesinado la semana pasada.
A estas alturas uno se pregunta por qué los habitantes de Totolapan no piden auxilio a la policía para que ponga orden y haya un mínimo de seguridad en su vida cotidiana.
La pregunta es obvia, pero la respuesta también es obvia: la policía local trabaja para Los Tequileros.
Todos saben dónde viven los jefes Tequileros, al grado de que secuestraron a la mamá del líder, pero la policía no interviene porque están al servicio de esa banda.
Y tal vez más les valga, si es que quieren salvar la vida. O dedicarse a otra cosa, si es que hay esa posibilidad.
Entonces, ¿quién va a atrapar al líder de Los Tequileros? El Ejército. No hay de otra.
Más de algún neo teórico de la seguridad nos diría que no hay que atrapar al Tequilero porque luego sus lugartenientes se van a disputar a balazos la supremacía del grupo.
Y que otras bandas rivales van a ver la debilidad de Los Tequileros, sin jefe, y se les van a ir encima causando más muertes.
Basta de demagogia con un tema tan delicado. El Ejército es el único capaz de actuar, enfrentar y detener… mientras no haya policías estatales entrenadas, bien pagadas y bien armadas.
La demagogia contra las Fuerzas Armadas choca contra la realidad. Totolapan, por ejemplo.