Llora, el país amado…
Raúl Ávila | Oaxaqueñología
OAXACA, Oax., 7 de octubre de 2018.- Desde las ciencias sociales hoy se analizan las dificultades y retos del porvenir global de la democracia.
Se observa que en el planeta solo 6 países no celebran elecciones o lo hacen con solo un partido político, o bien, que aun en formatos pluralistas persisten regímenes más o menos autoritarios.
En consecuencia, no obstante la bicentenaria trayectoria de la democracia representativa (elecciones libres y justas, derechos efectivos, poderes divididos, prensa plural) hoy se duda que su crisis o recesión corresponda, según sucedió en tiempos anteriores, a una pasajera contraola autoritaria.
Más bien se alerta sobre su crisis estructural del tipo presentado el periodo entre las dos guerras mundiales.
Las razones que se ofrecen en apoyo a una y otra hipótesis se expresan desde miradores cognitivos diferentes y, por ende, son variadas y hasta incomparables.
Quienes conceptúan la democracia como elecciones bajo condiciones mínimas de legitimidad de entrada sostienen, por ejemplo: que nunca tantas personas y países vivieron bajo el formato democrático y la alternancia, que este siempre será perfectible, que sus fuentes no son sólo el liberalismo sino también el socialismo e incluso el comunitarismo (sistemas normativos internos) y que, por tanto, el contraste con tiempos y formas dictatoriales del pasado es más que evidente.
Bajo esa perspectiva, los nuevos populismos de izquierda y derecha con todo y sus rasgos más autoritarios nacieron dentro de la lógica democrática electoral.
Así, Chávez-Maduro o Trump habían accedido usando vías democráticas y, de entrada, son legítimos.
Pero, desde el enfoque de la democracia como más que elecciones, es decir, correlación equilibrada entre libertad, igualdad, solidaridad y justicia, el fenómeno luce diferente.
La llamada “democracia de resultados’ parecería contradecir a la democracia electoral pluralista o representativa porque esos cuatro pilares en todo el mundo “libre” han generado –al menos en los últimos 30 años de estrategia neoliberal– menos libertades reales, más desigualdad, menos solidaridad y más injusticias para inmensas mayorías demográficas.
Estas últimas, ya en España, Inglaterra, Estados Unidos o México han reaccionado en las urnas en contra de las minorías beneficiarias del sistema real que las excluye.
Ante la evidencia de que en países sin democracia pluralista (China o Arabia Saudita) y con regímenes de gobierno socialistas, autoritarios o con métodos más verticales la igualdad, solidaridad y justicia son posibles sin cancelar las libertades –aunque las restrinjan– estas opciones ganan terreno en los índices de preferencia ciudadana y los líderes políticos lo saben.
Así, el chino Xi-Jinping el turco Erdogan o el brasileño Bolsonaro, y, por qué no, el mexicano López Obrador podrían calificar positivo si aseguran aquellos tres pilares aun a costa del cuarto, las libertades, sobre todo cuando están resultan desproporcionadas.
Desde mi perspectiva, aun cuando tales generalizaciones están basadas en índices comparativos coherentes, habría que situar a unos y otros casos en su contexto. Esta es la enseñanza invaluable del Dr. Dieter Nohlen.
Así como hay ejemplos notorios de populismo de derecha e izquierda cuyos éxitos de entrada y fracasos de salida son comparables, o bien, regímenes socialistas y autoritarios perdurables y hasta viables, también ocurre lo contrario, y otro tanto pasa en regímenes liberales.
Sin duda alguna, son más los casos de regímenes híbridos o mixtos que no califican como democracias plenas y tampoco como no democracias.
Por lo tanto, así como las 3 revoluciones industriales de la época moderna fueron sincrónicas con tres olas democráticas que han bañado los 5 continentes, a la 4a revolución industrial en curso le deberá ser concomitante, bajo condiciones filosóficas, institucionales y operativas renovadas, un impulso nuevo hacia democracias pragmáticas (representativas, participativas y populares) de carácter multinivel: local, nacional e internacional, y en todas las instituciones sociales que le sirven de contexto. Este es el reto.
Mientras tanto, bajo las nuevas condiciones tecnológicas que ya se afrontan, la llave para abrir la puerta a una vida democrática seguirá siendo el equilibrio entre los cuatro pilares o valores citados dentro del régimen de gobierno cuya operación y resultados sean avalados de manera libre y auténtica por la mayoría ciudadana.
Así es como la propia democracia produce sus vacunas en contra de minorías y poderes fácticos irresponsables que manipulan la voluntad de la mayoría que alguna vez les confió la gestión de sus intereses vitales.
Y también es así como la propia mayoría puede cambiar y reconsiderar.
¿O es que Acaso hay otra opción pacífica mejor? ¿O acaso quien no quiera vivir con dignidad y morir en paz?