La gran desaparición de León Krauze
A escasos días de que Donald Trump asuma el cargo de presidente de los Estados Unidos por segunda vez, compartimos algunos fragmentos de la biografía que más profundamente ha indagado en su personalidad y carácter, de la mano de la corresponsal en la Casa Blanca para The New York Times y analista política para la CNN, Maggie Haberman
SINOPSIS El término «camaleón» se refiere a una persona que tiene la capacidad de cambiar de actitud y comportamiento, adoptando el más ventajoso en cada caso. En esta obra magistral, la reportera del New York Times, galardonada con el Premio Pulitzer y que mejor ha definido la presidencia de Donald Trump, desvela las capas más profundas de su personalidad. Un hombre a menudo encantador, pero que no duda en demostrar crueldad cuando le conviene. Más inteligente de lo que sugieren sus detractores y creen sus aliados, se caracteriza por su carácter pendenciero, sus inseguridades y su tono vengativo y amenazador. Trump revolucionó nuestra forma de entender la política, logrando imponerse en la cultura popular y galvanizar el respaldo de los desclasados.¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Quiénes son las figuras clave que le permitieron llegar a la cima? A través de entrevistas con cientos de fuentes, incluidas varias con el protagonista de la obra, que realizó a lo largo de los años, la periodista Maggie Haberman analiza la maquinaria de poder del entorno político de Trump, marcado por relaciones transaccionales y manipulaciones políticas, así como el mundo que produjo y alimentó a este personaje singular que se ha convertido en el líder más polarizador de nuestra era. |
MAGGIE HABERMANes periodista y formó parte del equipo que ganó un Premio Pulitzer en 2018 por informar sobre las investigaciones de las conexiones de Donald Trump y sus asesores con Rusia. Ha sido miembro en dos ocasiones más de un grupo finalista para el mismo premio: en 2021 por informar sobre la respuesta de la administración Trump al coronavirus y en 2022 por la cobertura relacionada con los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio. Antes de incorporarse a The New York Times como corresponsal de campaña, trabajó como reportera política en Politico, de 2010 a 2015. Anteriormente, colaboró en The New York Post y The New York Daily News. Sigue a @maggieNYT |
ALGUNOS EXTRACTOS DE LA OBRA |
«Como candidato y presidente, Trump habló más veces conmigo de las que él admitió, pero tampoco tantas como las que algunos demócratas y asesores del mandatario querían creer, ni por asomo. En la Casa Blanca, tuiteaba sobre mí sin parar y me mencionaba de pronto ante sus consejeros. Una vez, lo hizo después de verme en una entrevista con la PBS en la que dije que el presidente veía la televisión varias horas al día. Él se quejó de mi comentario, soslayando el hecho de que se había enterado precisamente porque había estado viendo la televisión. Se burlaba de mi aspecto con sus asesores y le dijo esto a uno de ellos: “¿Te has dado cuenta de que siempre lleva las gafas sucias?”..»«Este libro […] No aspira a ser un estudio minucioso de los años en la Casa Blanca, ni de las investigaciones sobre la presunta conspiración entre Rusia y la campaña de Trump de 2016, ni de las últimas diez semanas de la presidencia. Es un análisis de la realidad que gestó a Trump y de la personalidad y el carácter del personaje; de cómo perfilaron y definieron su presidencia.». |
MENTIROSO COMPULSIVO«En privado, eran varios los periodistas que admitían ser conscientes de que Trump mentía compulsivamente. Aun así, la prensa escrita y la televisión tardaron años en contrastar muchas de sus declaraciones. El instinto reportero de otorgar el beneficio de la duda, sumado a la dificultad de desmentir algunas de sus afirmaciones, dieron pie a una proliferación increíble de noticias que se admiraban de su fortuna y de su supuesta habilidad para los negocios.» |
UNA FORMA DE SER«Por lo general, Trump se limita a reaccionar. No tiene un proyecto. Eso sí, desorientando a la gente, Trump les hace creer que baraja una estrategia ulterior o un plan secreto. Sus intenciones se enmarcan en algo que él ve como un juego, con reglas y objetivos a los que solo él ve sentido.»«Normalmente, su necesidad de vivir en el eterno presente eclipsa cualquier capacidad para pensar a largo plazo. Ahora bien, Trump también vive en el eterno pasado. Arrastra constantemente una ristra de agravios, o de quimeras de los buenos tiempos perdidos, e intenta forzar a los demás a revivirlos con él en el presente. Hace décadas que se guía por la predisposición a tomar el camino que sabe que enfurecerá a sus críticos y le hará parecer un tipo duro.» |
UNA FORMA DE GOBERNAR«Como no entendía cómo funcionaba el Gobierno ni tenía interés en aprender, recreó a su alrededor el mundo que lo había creado a él. En sus dos campañas y cuatro años de presidencia, Trump trató el país como una versión de los cinco distritos de Nueva York. En 2017, sus asesores se dieron cuenta de que Trump había pensado que la presidencia operaba como una de esas antiguas superestructuras del Partido Demócrata en las que un solo jefe controlaba todo lo que se cocía en su distrito y sabía que su apoyo era lo único que podía garantizar el éxito electoral ajeno, donde el «nosotros contra ellos» era la ley de una urbe en que la dinámica racial cambiaba en cada manzana.» |
UNA VALLA «PRECIOSA»«Una cuestión relevante era que Stone y Nunberg habían intentado que Trump prestara más atención a la inmigración, la cual había sido un punto de fricción entre los activistas de base y los altos cuadros proempresa del partido desde 2005. Ese año, McCain había promovido una propuesta de ley pactada entre ambos partidos que aumentó la vigilancia de las fronteras y, a la vez, estableció una vía para conseguir la ciudadanía que los medios conservadores calificaron de «amnistía». Sin embargo, Trump tenía poco interés en el tema; le interesaba mucho más la idea de que otras naciones “nos estafaban” a través de sus prácticas comerciales e instituciones internacionales.» |
MISILES CONTRA EL FENTANILO«En otras ocasiones, las ideas que le rondaban por la cabeza no lo abandonaban durante meses. Trump se reunió con funcionarios de salud pública y agentes antidroga en el Despacho Oval para debatir cómo frenar la oleada de fentanilo que cruzaba la frontera sur. Allí existía la frustración compartida de que el Gobierno mexicano no estuviera haciendo más para reducir el número de laboratorios de droga. Uno de los funcionarios, el secretario adjunto de Salud Brett Giroir, también era almirante del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, que forma parte de los servicios uniformados pero no de las Fuerzas Armadas; Giroir llevaba su uniforme de gala en las reuniones en el Despacho Oval, lo que según algunos exfuncionarios confundía a Trump, que pensaba que Giroir era miembro del Ejército. Cuando en esa reunión Giroir dijo que deberían bombardearse los laboratorios de droga —poner “plomo en el objetivo”, sugirió—, a Trump le encantó la idea. La planteó varias veces, y terminó preguntando a un perplejo Mark Esper, el secretario de Defensa, si Estados Unidos podía en efecto bombardear los laboratorios; Trump describía todos los misiles como “patrióticos”, sin darse cuenta de que los misiles Patriot (“patrióticos”) son un arma concreta. La respuesta de los asesores de la Casa Blanca no fue intentar que Trump cambiase de opinión, sino plantearse pedirle a Giroir que dejase de ponerse el uniforme cuando fuera al Despacho Oval.» |
ÍCONO POP«Trump llevaba décadas sobreviviendo a una infinidad de experiencias que habían estado a punto de acabar con su trayectoria profesional. Tras una vida entera tirándose faroles, seduciendo, engatusando y usando la fuerza para librarse de situaciones comprometidas, en 2016 se hizo con la Casa Blanca y no vio ninguna necesidad de cambiar. Se mirara por donde se mirara, Trump ya había tenido una vida fascinante cuando fue nombrado presidente. Llevaba décadas siendo famoso y personificando una actitud descarada para con la riqueza que le había ayudado a inmiscuirse en la cultura pop del cine y la televisión. Su habilidad para reinventarse cuando bordeaba el precipicio, muchas veces por méritos propios, no tenía parangón.» |
LA DERROTA DE 2020«Justo después del 3 de noviembre, Donald Trump fue cambiando de opinión sobre si había ganado o perdido las elecciones. En el exaltado discurso que dio cuando aún se estaban contando votos, en el que no aceptó la derrota, insistió: “Con toda franqueza, sí que hemos ganado las elecciones”. No obstante, en los días posteriores consoló a un asesor con estas palabras: “Lo hicimos lo mejor que pudimos”.»«Los representantes demócratas que encabezaban el proceso de destitución presentaron un relato exhaustivo de todo lo que Trump había hecho hasta la toma del Capitolio del 6 de enero, revelando su aparente inacción durante los acontecimientos. Esta vez, siete republicanos votaron a favor de la destitución. McConnell sopesó hacerlo, pero al final votó a favor de absolver al expresidente. Eso sí, en las declaraciones que hizo nada más concluir la votación, dijo que Trump era “práctica y moralmente responsable de haber provocado los hechos de aquel día”.» |
A MODO DE BALANCE«Trump no fraguó la intensa polarización que ha dividido el país por lo menos desde los años noventa, cuando Bill Clinton y el presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich se enzarzaron en una batalla partidista sin cuartel enmarcada en una guerra cultural cada vez más virulenta. Después de eso, se produjeron una serie de traumas: el proceso de destitución, unas elecciones presidenciales ajustadísimas y decididas por el Tribunal Supremo, un ataque terrorista calamitoso que transformó el mundo entero, dos conflictos interminables y muy costosos en el extranjero, un huracán devastador que puso de relieve las diferencias raciales, una crisis financiera que arruinó a millones y que acabó sin que nadie rindiera cuentas… Sin embargo, en lo sucesivo Trump sí sacó tajada de esos sucesos, añadiendo gasolina a las tendencias existentes y explotando el cisma cultural, definido, en cierta medida, por la ira contra el gobierno y contra los poderes fácticos, así como por el rencor de los votantes blancos de un país cuya demografía estaba en pleno cambio. En esa nación obsesionada por el famoseo, donde la política siempre se había tratado como un combate de lucha libre o como un juego, Trump encontró su momento. Decidido, atizó y aprovechó el derrumbe de las identidades culturales y políticas que estaba escindiendo el país en una trinchera de odio y polarización.» |