Detienen en Chiapas al presunto asesino del padre Marcelo
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de mayo de 2020.- Pese a que México llegó este fin de semana a los 7,394 muertos por Covid-19 y tiene 14,247 casos activos, las autoridades eclesiásticas han comenzado a difundir algunas medidas para reanudar gradualmente las actividades religiosas, aunque han dejado en claro que éstas sólo deberán comenzar a aplicarse, una vez que se supera la fase crítica de la emergencia, y durarán hasta que se normalicen las actividades eclesiales.
La Conferencia del Episcopado Mexicano, a través de la Comisión Episcopal de Liturgia, que preside el obispo Jonás Guerrero Corona, dio a conocer sus “Orientaciones Litúrgicas para reanudar el culto religioso en tiempo de pandemia”, con la finalidad de sugerir a los obispos diocesanos el modo en que paulatinamente se irán reanudando las celebraciones eucarísticas.
Aforo controlado
Antes de explicar cómo se celebrarán algunos sacramentos, el texto apunta que será importante prever que la asistencia de los fieles se mantenga en un aforo de no más de la tercera parte de la capacidad de las iglesia, de modo que puedan observarse las medidas sanitarias, particularmente la sana distancia y el uso mínimo de cubrebocas, así como caretas protectoras y guantes de nitrilo o vinil.
Y en cuanto a las celebraciones dominicales, sugiere a los obispos diocesanos que continúen con la dispensa del precepto dominical, hasta que la situación se normalice y sea posible la asistencia de todos los fieles a las celebraciones dominicales.
La impartición de sacramentos
El documento pide a los fieles atender las directrices pastorales de su obispo, quien a su vez deberá tomar en cuenta las determinaciones de las autoridades civiles y sanitarias. Posteriormente ofrece algunas líneas generales para celebración del Bautismo, la Eucaristía, la Penitencia, el Matrimonio y la Unción de Enfermos.
El bautismo
Para la celebración del primero de los sacramentos de iniciación cristiana, la Comisión Episcopal de Liturgia propone, por ejemplo, que el celebrante haga el signo de la cruz sobre el o los bautizandos, pero sin contacto físico, tal como se haría en el bautismo para un gran número de niños.
También sugiere que la unción con el óleo de los catecúmenos y la imposición de las manos sobre el bautizando sea sin contacto físico. Además, se deberá utilizar una jarra, en la cual se bendecirá el agua, y de esa misma se derramará el agua las tres veces sobre la cabeza del niño. Inmediatamente después de terminada la celebración el agua deberá ser vertida en la tierra, no en el drenaje.
Sugiere omitir la unción con el Crisma, pero si el obispo diocesano considera oportuno conservar esta parte del rito, deberá realizarse con guantes desechables; o bien, usando al menos usando gel antibacterial inmediatamente antes y después de la unción. Recomienda omitir el rito del Effetá.
Fuente: Vida nueva digital