Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
En el continente americano y en todo el mundo hay temor tremendo a las redes sociales cuando se acerca la temporada de elecciones.
A raíz del triunfo de Donald Trump en 2016, muchos países ven con miedo a las redes sociales. Incluso, allá por 2017, la democracia europea se sentía amenazada por ellas, ya que muchos europeos las responsabilizaron el triunfo de Donald Trump y el caso Cambridge Analytica incrementó ese temor que se pudo sentir fuerte, muy fuerte en las elecciones alemanas del 2017, donde se exigían controles sobre las noticias falsas y los mensajes de odio.
El debate sobre el poder de las redes sociales para influir en una elección sigue vigente.
Hay quienes, como el New York Times, que creen que el gran poder de las redes sociales y las noticias falsas, es capaz de determinar el rumbo de una elección en otros países, pues en Estados Unidos quedó expuesta la tremenda influencia que tuvieron en la derrota de Hillary Clinton en 2016.
Pues, el famoso rotativo norteamericano fue el primer medio en acusar a la red social Facebook de la derrota de la demócrata Hillary Clinton en el 2016. Miles de noticias falsas fueron compartidas en los muros de los 156 millones de usuarios norteamericanos y se posicionaron como tendencia en su sistema de noticias.
Mark Zuckerberg, CEO de la compañía, en aquella ocasión, quiso desestimar la acusación, indicando que las noticias falsas son apenas el 1 por ciento del total de información que circula en su red y le pareció “una locura” imaginar siquiera que Facebook pudiera afectar los resultados electorales.
Pero, un grupo de empleados suyos lo obligó a modificar su postura al revelar que emprenderán acciones internas para enfrentar el problema de las noticias falsas.
Presionado por la denuncia, Facebook anunció que tomaría medidas contra las noticias falsas y comenzó con una muy seria: no hay más publicidad para sitios web que promuevan informaciones de este tipo, no tendrán página oficial en Facebook ni se beneficiarán del programa de publicidad compartida, justamente para lo que nacieron.
La acusación, hecha pública hace algunos años, contra Facebook se basa en que al menos dos terceras partes de los millones de usuarios estadounidenses obtienen principalmente de allí sus noticias. Incluso, más de la mitad ya no lee los periódicos.
Además, los usuarios ven un contenido condicionado por sus amigos y lo que estos comparten (la famosa “burbuja”). Como estos suelen ser del mismo perfil ideológico, el usuario recibe solo textos que refuerzan sus creencias. Los críticos han descrito esto como una burbuja que impide recibir alternativas. Pero, cuidado, ¿no ocurría algo parecido antes? Las personas se suscribían a los diarios y revistas más próximos a su ideario. Al menos eso argumentaron los defensores de Facebook.
Si Facebook y Twitter pueden modificar una elección el 2024 viene como prueba de fuego para partidos políticos, gobiernos y autoridades electorales.
Lo que sí podemos comprobar es que polarizan en exceso el debate de cualquier tema; político o no.
El mundo se ha transformado, así como la forma de consumir información. Trump comprendió esto mejor que Hillary, sin duda y en el caso mexicano, López Obrador lo entendió mucho mejor que sus rivales políticos.
De hecho, durante el último mes de campaña en 2016, Trump realizó en promedio diez transmisiones en vivo en Facebook Live, en contraste con una diaria de la candidata demócrata. El republicano tuvo 119 millones de visualizaciones en vivo contra 31 millones de Clinton.
Es claro que la gente pasa hoy menos tiempo leyendo prensa y viendo televisión, y más tiempo navegando en internet.
Pero la ola de noticias falsas en las campañas políticas pone un par de puntos en favor de los medios llamados “tradicionales”. Los editores suelen ofrecer puntos de vista diversos y se esfuerzan en asegurar la veracidad, en contraste con las redes sociales en las que circula todo tipo de información sin filtro alguno.
Sin duda alguna las redes han ganado en audiencia pero luchan una batalla constante por obtener credibilidad ante las oleadas de noticias falsas que la inundan por una sola razón: los clicks son dinero. Más clicks, más dinero.
Las redes sociales también son una herramienta de la comunicación política y han sido explotadas como tales en diversos procesos electorales en el mundo. Desde que Obama potenció su poder para recaudar fondos para su aventura electoral del 2008, las redes sociales han estado presentes como herramientas de contacto, publicidad, ataque y defensa.
Una vez definido lo inevitable, rumbo a la elección presidencial mexicana del 2024, veremos que viraje dan en su estrategia las candidatas presidenciales mexicanas. Todo indica que Xóchitl Gálvez tendrá de rival a la ungida por el dedito de AMLO y será, por vez primera una lucha entre dos damas, inédita en la historia mexicana.
Y será una oportunidad para ver cómo utilizan las redes sociales y otras herramientas de comunicación política.
ESPRESSO COMPOL
A pesar de la polémica constante en medios de comunicación, las encuestas han retomado un protagonismo en los procesos internos de los partidos. Así lo demostró el ejercicio serio y transparente del Frente Amplio por México.