Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de septiembre de 2019.- Quienes rodean al presidente deberían tener la cortesía, o el valor, de pedirle de manera discreta y comedida que pare de calumniar porque cada día se muerde la lengua.
Así pierde credibilidad ante el mundo y quien queda mal no es sólo él, sino México.
Desde que es presidente electo hasta ahora trae a cachetadas al FMI, a Carstens, a los gobiernos anteriores desde Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto, por el bajo crecimiento económico.
A ver. En la página 112 de los Criterios Generales de Política Económica del Presupuesto 2020 entregado el domingo, el propio gobierno del presidente López Obrador trae un pronóstico de crecimiento aproximado de 2.1 por ciento anual en su sexenio.
Que alguien se lo informe, para que deje de insultar.
En el mejor de los escenarios previsto por este gobierno, el sexenio de AMLO va a crecer menos que el promedio de sus calumniados, deturpados y odiados predecesores.
Lo dice el propio gobierno: lo va a hacer peor que sus antecesores, sin enfrentar crisis externa.
Y en caso de lograr ese 2.1 promedio sexenal, será menor al que pronosticó el FMI el 9 de abril de este año, en sus Expectativas Económicas Mundiales.
Cuando el FMI hizo sus previsiones, el presidente de México bañó en improperios a esa institución.
Según sus propias cifras, a lo más que aspira el gobierno de AMLO, si no ocurre ningún contratiempo, es a crecer menos que el gobierno anterior.
¿Y el cuatro por ciento prometido?
Fueron palabras sin asidero en la realidad.
En enero de este año el FMI bajó su estimado de crecimiento (Perspectivas Económicas Globales) en 2019 para México a 2.1 por ciento.
Ante esa cifra para este año (2.1), el presidente reaccionó con sarcasmo: “Es mucho mejor que el FMI diga que el crecimiento va a caer al dos por ciento porque así los vamos a sorprender: va a crecer más la economía y va a fallar su pronóstico, y lo digo de manera respetuosa”. (22 de enero).
En efecto, falló la previsión del FMI: cuando mucho creceremos al 0.5 por ciento.
Hace apenas un mes y medio el presidente López Obrador le exigió “una disculpa” al FMI por prever que México crecería, este año, un 0.9 por ciento.
El FMI es “carente de autoridad moral… Debe reconocer: lo que propusimos resultó un fracaso y causamos un grave daño a los mexicanos… La economía crecerá dos por ciento pese a pronósticos en contra” (23 de julio).
Y ahora, mes y medio después, el propio gobierno tiene un estimado de crecimiento para este año de entre 0.6 y 1.1 por ciento.
Es decir, una tasa de 0.9. Lo que dijo el FMI apenas a finales de julio.
¿No es de dar pena? Sí, tanto por el bajo crecimiento como por los insultos.
Para el próximo año el gobierno estima que tendremos un crecimiento de dos por ciento. Tampoco va a cumplir. No se ve cómo.
En el presupuesto del próximo año viene una caída de 5.9 por ciento en la inversión pública.
¿De dónde vamos a crecer con esa fuerte baja en inversión pública?
Esperan que el sector privado levante la economía.
Le apuesta a los que por lustros insultó y sus aplaudidores pintaban (aún lo hacen) con cara de marranos que saqueaban al país.
No importa. Otra mordida a la lengua.
Pero si quieren esos resultados a la IP le tienen que dar lo que hasta ahora no tiene o tiene poco: garantías de parte del gobierno para invertir, seguridad, no cambiar reglas a medio camino, abrir áreas de inversión que ya estaban abiertas y las cerraron por motivos ideológicos.
La IP señala, de antemano, que el crecimiento en 2020 será de 1.3 por ciento y no de dos.
A ver a quién insulta ahora el presidente.
Con ese raquítico crecimiento -sin crisis externa, por ahora-, preparémonos para menor creación de empleos, mayor inseguridad y más pobreza.
Y por la salud de la nación, que le digan al presidente que sin insultos es mejor.