Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Indicador Político
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de noviembre de 2016.- La entrega de la medalla Belisario Domínguez a un ciudadano que se atravesó en un conflicto político y social y perdió la vida fue la solución más fácil para eludir la posibilidad de que esa presea alcanzara un significado político.
De haber querido premiar a un civil no político ni del establishment para mandar un mensaje similar al del senador Belisario Domínguez en septiembre de 1913 contra el usurpador Victoriano Huerta, entonces la medalla hubiera adquirido una verdadera relevancia en cuando menos dos figuras básicas de la lucha social: el activista Javier Sicilia y las mujeres del grupo Las Patronas de Tabasco.
Sicilia fue el encargado de hacer visible el drama social de las víctimas sociales de la violencia del endurecimiento del Estado contra las bandas del crimen organizado en el sexenio de Felipe Calderón. A partir del asesinato de su hijo a manos de maleantes en Cuernavaca, Sicilia organizó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad para exigir no sólo el esclarecimiento del crimen sino para poner en el debate nacional el fracaso social de la estrategia comenzada por el gobierno de Felipe calderón.
La Belisario a Sicilia hubiera sido un reconocimiento a la lucha ciudadana por la paz rota por los disparos de delincuentes y de fuerzas de seguridad, en una estrategia que provocó cien mil personas muertas, entre delincuentes y civiles. Asimismo, hubiera sido una crítica al pasivo que dejó Felipe Calderón al combatir a maleantes sin una estrategia de reconfiguración del Estado y de los tejidos sociales y políticos.
La lucha de Sicilia se recuerda en dos libros en circulación: El deshabitado (coedición Grijalbo y Proceso) y El Movimiento por la paz con justicia y dignidad (Editorial Era). En el primero Sicilia narra el desgarramiento personal y por tanto social de su alma no solo por el asesinato de su hijo, sino por la dificultad al enfrentar al Estado autoritario y policiaco en su estrategia contra el crimen organizado. Y en el segundo varios colaboradores aportan las piezas del rompecabezas de la imposibilidad de que la sociedad civil organizada pueda obligar al Estado a frenar estrategias que provocaron víctimas, desapariciones, desplazamientos y familias diezmadas.
El grupo las Patronas de Tabasco está formado por mujeres del pueblo que preparan bolsas con alimentos y agua para entregarlas diario a los migrantes que vienen en el tren La Bestia desde el profundo sur de la república para cruzar ilegalmente a los EE.UU. en busca del empleo y el bienestar que sus países centroamericanos les niegan. Su tarea es social, humanitaria, sin reflectores. Apenas en octubre la revista Siempre les entregó el premio José Pagés Llergo.
Ahí, en estos dos casos, la lucha social contra las perversidades del Estado y de los grupos criminales y de la crisis social encuentra un espacio de involucramiento con repercusiones sociales.
En cambio, el acto heroico de Gonzalo Rivas no debe demeritarse, pero más bien se acomodó a los intereses de la alianza PAN-PRI de distraer la atención del verdadero origen del incidente en la gasolinera guerrerense: una reforma educativa aprobada por la alianza PAN-PRI y avalada por el PRD, con efectos críticos contra los grupos radicales de maestros aliados a los normalistas de Ayotzinapa.
La medalla Belisario Domínguez perdió ya su significado.
Política para dummies: La política es el arte de convencer a los demás de que lo malo es lo mejor que hay y que deben conformarse con los resultados negativos bajo la idea de que “pudo haber sido peor”.
Sólo para sus ojos:
La suprema Corte de Justicia le entró al juego del poder presidencial al negarse a revisar amparo de la maestra Elba Esther Gordillo para prisión domiciliaria por edad. De nueva cuenta la justicia participa de los juegos priístas de poder.
La precandidata Margarita Zavala de Calderón necesita de una respuesta contundente contra Ricardo Anaya por la apropiación de los spots como propaganda personal o quedará rezagada. El PAN aparece ya como propiedad de Anaya, así como lo fue el PRI con Roberto Madrazo en el 2006.
Por cierto, panistas le acreditan a Anaya el pacto con el PRI para hundir al exgobernador panista sonorense Guillermo Padrés. El PAN ha abandonado a uno de sus militantes. Dicen en los pasillos del poder que el pacto fue para ocultar las pistas de dinero de Padrés al PAN de Anaya.
Aurelio Nuño quiso componer las cosas y las descompuso. Filtró en columnas que el incidente con la niña que le corrigió “leer” por “ler” había sido fabricado para ganar espacio en medios, pero el tono de burla en esos medios potenció la imagen negativa del secretario de Educación Pública.
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@carlosramirezh