
Diario de La Habana
Espresso ComPol
Es un asunto que debe de importar a la comunicación mundial, porque la política formal se enfrenta a una crisis profunda, más allá de la representación, especialmente en el uso del lenguaje.
Leyendo el texto “Recuperar la política: recuperar la palabra” de Antoni Gutiérrez-Rubí, me puso a reflexionar sobre la palabra y el lenguaje, así como en su premisa. ¿Es posible recuperar el valor de la palabra para recuperar la política? Especialmente en este mundo digital, en el cual las palabras son ignoradas por completo: importa la imagen, el Homo Videns del que tanto escribió Giovanni Sartori.
Concuerdo con lo que expone Antoni: la degradación de la palabra política ha llevado a una situación insostenible, donde la ambigüedad ha sustituido a la claridad, y la manipulación ha reemplazado a la conversación. Y esto, afecta la calidad del discurso político, además de socavar la legitimidad de las instituciones sólidas de países democráticos.
Gutiérrez hace referencia a dos textos interesantes publicados en célebre medio español “El País”, los cuales abordan, principalmente que la ambigüedad es una práctica normalizada para devaluar palabras antes de que sean incorporadas al lenguaje político, además del diagnóstico de que el sistema político mundial, está “está lingüísticamente noqueado”.
Se tratan del reportaje «Lo que la cháchara política esconde» de El País por Victoria Camps y el artículo «Delenda est» de Guillem López.
Es cierta una de las premisas del texto de Gutíerrez-Rubí, en el contexto político mexicano actual: surgen fenómenos que se autodenominan “nueva política” (el caso del partido Movimiento Cuidadano) cuyas armas son la creatividad y la transparencia.
De ahí que, el partido naranja, haya tenido su mayor crecimiento en la pasada elección presidencial.
Pero, para las y los mexicanos, la palabra de un político vale menos que nada. Por eso es una actividad tan devaluada socialmente, pues tan poco la palabra, que la utilizan sin responsabilidad alguna, como promesas que nunca se cumplen. Por eso, en cada proceso electoral, es cada vez más difícil emocionar a la ciudadanía para que participe en las urnas.
Antoni, hace una referencia interesante, que reproduzco textual: “en el libro ‘El refugio de la memoria’ de Toni Judt, el autor nos recuerda que George Orwell reprendía a sus contemporáneos por utilizar el lenguaje para desconcertar más que para informar”.
Derivado de ella, según Antoni, “hoy, la prosa de muy baja calidad es indicativa de inseguridad intelectual: hablamos y escribimos mal porque no nos sentimos seguros de lo que pensamos y nos resistimos a afirmarlo de un modo inequívoco”.
Y en una conclusión que comparto absolutamente, en la comunicación política actual, la ambigüedad ha sustituido a la claridad, la distracción a la precisión, y la propaganda a la comunicación”.
A pesar del mundo completamente dinámico y visual de la actualidad, si no se recupera el valor de las palabras, imposible será recuperar el valor de la política. Con mejores palabras, más sinceras, más comprensibles, afirma Gutiérrez-Rubí, “para que puedan ser la base de transformación y cambio. Sin ellas no hay futuro, porque no pueden dibujar la esperanza colectiva, la que permite creer en los sueños y alimentar los retos”.
Es posible comenzar esa transformación, desde la individualidad, para contagiar la necesidad de recuperar el valor de las palabras y de la política, por el presente y por el futuro.
Gracias, Antoni por ese texto que, en verdad, hace reflexionar.
ESPRESSO COMPOL
Todo comunicador se aferra, desde la escuela, a la obra de Álex Grijelmo, escritor y periodista español, afamado por su amor a las palabras. Y quien arrojó una joya de frase: “Nada podrá medir el poder que oculta una palabra.”