Se va Ciro y atacan El Debate en Culiacán
En los dosmiles hay gente que pierde su tiempo en los libros para encontrar la escritura de este tiempo; bien podrían acercarse a mirar en el espacio abierto de las estatuas y monumentos, en las estructuras que acogen en el espacio público la forma de las letras (el grafiti).
En Oaxaca, la estatua en homenaje al general Antonio de León, fue inaugurada por el gobernador del estado, general Félix Mier y Terán, en 1886, un 8 de septiembre, fecha del aniversario del fallecimiento del homenajeado, ocurrido durante la batalla del Molino del rey, en 1847.
Este es un caso de las letras en el espacio público. Se puede ver en la estatua del general Antonio de León, sobre el pedestal diseñado por Roselli, escultor de origen italiano. Y sobre la plancha de ónix, la que mira hacia la Av. Independencia, sostenida por cuatro remaches de bronce, las letras rezan: NACIÓ EN HUAJUAPAM JUNIO 4 DE 1794. Sobre esas letras otras letras que levantan su trazo infantil, cargadas de alegría: rayas y puntos escritas con plumón tinta negra.
Las letras trasminan de otras letras (se amplían en el espacio público), remarcan que toda escritura es sombra de su antecesora. “Nada surge de la nada”. La Dra. Paola Ambrosio Lázaro, dentro del “Seminario Permanente Literatura y otras disciplinas”, ofrecido por la Facultad de Idiomas, la Coordinación de Posgrado y el Núcleo Académico Básico de la maestría en Lengua, Literatura y Traducción de la UABJO, mencionó en su conferencia “Pueblo y Literatura; de la gráfica a la construcción narrativa en las aleluyas” la frase arriba citada.
Hagamos un breve recorrido por la escritura rebelde, popular. Las hojas impresas, literatura de cordel denominadas aleluyas, que eran leídas en mercados, barrios y cantinas, pulquerías resultaron primordiales para difundir el gusto por la literatura dentro del pueblo analfabeta; en la Oaxaca del presente, el graffiti podrá tener referencia con la gráfica popular. Se puede poner como ejemplo el trabajo de José Guadalupe Posadas, que hasta el final de sus días laboró en talleres para imprimir cancioneros y aleluyas.
La característica de la literatura popular fue la de irreverencia, rebeldía; presentadas con una enorme capacidad de síntesis, de recurso cómico. Oaxaca recibía, a finales del siglo 19, miles aleluyas que llegaban desde la Ciudad de México. Desde ese periodo, las letras abordan el espacio popular. En este siglo, las generaciones de escritores-grafffiteros, producen la letra irreverente, sostenida por otros embalajes, rebasada la ambición de “meter en un papel” las narraciones.
El objeto de la poética, dice Genette, no es el texto considerado en su singularidad, sino el architexto, la architextualidad del texto.[1] La Dra. Ambrosio, al momento de exponer las aleluyas -estampas sueltas-, confirma que en este país hay una preferencia por la letra irreverente que se asume sobreactuada (a partir del espacio público), propia de la comunidad en la emergencia.
El tiempo cambia, sólo en su apariencia. Las letras permanecen. El tiempo de los generales regresa a la nación (en realidad nunca se fueron), como a finales del 19. Las letras, en emergencia, también permanecen para mostrar rebeldía; están sobre el ónix de las estatuas de los generales.
[1] Gerard Genette, Palimpsestos la literatura en segundo grado, Taurus, 1989.