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Indicador Político
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de junio de 2017.- Experto en eludir definiciones ideológicas claras porque carece de marco teórico y repetitivo en sus argumentos elementales porque buscan al mexicano inculto y dependiente de programas sociales asistencialistas, el proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador es lombardista, pero de derecha.
Vicente Lombardo Toledano fue ideólogo de la Revolución Mexicana colocado en la izquierda marxista, aunque a partir de 1938 se pasó al centro pre-priista. En 1933-1934 polemizó con Antonio Caso proponiendo que la UNAM enseñara exclusivamente el pensamiento marxista. Pero en 1936 fundó la CTM como proyecto corporativo de Lázaro Cárdenas, aunque en función –Arnaldo Córdoba en La política de masas del cardenismo- de asumir a los obreros no como clase (como lo quería Marx), sino como masa dependiente del Estado.
El proyecto de control obrero de Cárdenas-Lombardo fue de largo plazo. En 1938 la CTM pasó a ser el sector obrero del Partido de la Revolución Mexicana después de la expropiación petrolera, pero en 1946 Lombardo calificó al candidato Miguel Alemán como “cachorro de Lázaro Cárdenas y Manuel Avila Camacho”, y de ahí se derivó que Alemán era, para la CTM lombardista, el “cachorro de la Revolución Mexicana”.
El Lombardo marxista pasó a ser cardenista y terminó como líder del Partido Popular Socialista aliado al PRI diazordacista. En el camino, Lombardo fue definiendo su proyecto nacional: capitalismo de Estado producto de una alianza entre los trabajadores y la “burguesía nacionalista”, el empresariado nacional de la economía mixta priista. En 1958 pidió “un candidato único de las fuerzas patrióticas”, con el apoyo de obreros y empresarios y conducido por el Estado. En 1958 José Revueltas probó que Lombardo quería subordinar a la clase trabajadora y al país a la inexistente “burguesía revolucionaria y antimperialista”. Así, el proyecto de Lombardo era personalista, capitalista y controlaba a los trabajadores a favor de los intereses empresariales.
Se trata, casi copiado, del modelo de López Obrador; aunque Lombardo, en su proyecto para 1957, definió quince puntos que pedían reparto de tierras, alimentación para el pueblo, nacionalización de industrias básicas y del crédito, escala móvil de salarios, control de inversiones extranjeras y expropiación de servicios públicos.
El proyecto de nación de López Obrador es muy menor, más gelatinoso y aguado. La pequeña burguesía nacionalista que Lombardo decía que existía, ahora con López Obrador es más bien la burguesía de siempre, la construida por Salinas de Gortari vía privatizaciones y hoy recolectada para López Obrador por el empresario salinista regiomontano Alfonso Romo, asimilada sin filtros ni compromisos; y desde luego, sin un proyecto de equidad salarial o de mejora de las condiciones de trabajo de los obreros.
Como Lombardo, el proyecto nacional de López Obrador –según sus libros del 2004 y del 2017– es priista: Estado administrador de los conflictos de clase, modelo de desarrollo basado en el estímulo a la empresa privada, trabajadores sometidos al control salarial en aras de la producción, mantenimiento de la privatización salinista de la economía pública, asistencialismo para los más pobres sin romper el desequilibrio en la disputa por la riqueza en la dialéctica salarios-utilidades y siempre a favor de la tasa de utilidad empresarial.
De ahí que el proyecto de nación de López Obrador sea de un lombardismo de derecha, pero a partir de que la propuesta de Lombardo era de suyo derechista; el tabasqueño controla las demandas de los trabajadores para reconstruir el capitalismo empresarial que encabeza Romo. Riqueza sólo para los de arriba.
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