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GUERRERO, 13 de noviembre de 2017.- Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal se reunieron el viernes pasado para dirimir sus diferencias y limar el pleito que se abrió entre ambos a finales de agosto por la designación de Claudia Sheinbaum como la virtual precandidata de Morena al gobierno de Ciudad de México.
No existe una versión formal del encuentro, y aunque Monreal hizo público ayer por la tarde un video en el que alude a esa reunión, en realidad no aclara suficientemente ni los acuerdos que fueron tomados en su conversación con el dirigente de Morena, ni su condición actual dentro de ese partido, y por consiguiente tampoco qué hará en relación con la candidatura a la que aspira y que en su versión y en la de muchos observadores, le fue arrebatada de muy malos modos para entregársela a la delegada en Tlalpan.
Por ese maltrato, Monreal suscitó en agosto la comprensión y la simpatía de un amplio segmento de la opinión pública, y el interés inmediato de algunos partidos políticos, incluso del PRI, que vieron en la ruptura entre López Obrador y Monreal una fisura aprovechable para restarle fuerza a Morena en la capital, bajo la premisa —acreditada por numerosas encuestas de meses atrás— de que Monreal es el político que cuenta con el mayor apoyo del electorado en la Ciudad de México.
Puede ser el precandidato con la mayor ventaja en la capital para las elecciones de 2018, pero Ricardo Monreal no parece ser el más decidido. Tampoco el más transparente. Durante los tres meses que duró el distanciamiento con López Obrador, el delegado prefirió navegar un poco en la cautela, un poco en la ambigüedad y otro poco en la indecisión. Y según deja ver en su mensaje de ayer, así continuará, pues lo único claro que hay ahí es que permanecerá en su actual empleo. Esto puede significar que fracasó la reunión con López Obrador y que al final no hubo compromiso alguno, o que pactaron mantener en silencio lo realmente acordado.
El propio López Obrador había anticipado la semana pasada, cuando tomó la iniciativa de invitar a Monreal a platicar, que en lo que respecta a Ciudad de México la candidata será Claudia Sheinbaum y por lo tanto en esa materia no habría ningún relevo ni esperanza para el delegado en la Cuauhtémoc. Es de suponer, entonces, que en su encuentro hablaron sobre otros cargos posibles para Monreal, una diputación federal, una senaduría o la Secretaría de Gobernación en el caso de que Morena gane la elección presidencial. La secretaria general de Morena, Yeidckol Polevnsky, había declarado días antes como para preparar el clima de esa reunión, que lo que más le convenía a Monreal era no renunciar a su partido porque podía ser el próximo secretario de Gobernación.
Una vez consumada esa reunión, y en el entendido de que López Obrador y Monreal ya se hablan nuevamente, no se sabe ni qué sucedió realmente en ese encuentro –que según versiones periodísticas no confirmadas se realizó en la camioneta del dirigente de Morena en un trayecto en el estado de San Luis Potosí— ni qué hará Monreal.
“Debo señalar que me reuní con Andrés Manuel López Obrador. Lo escuché después de varios meses, intercambiamos puntos de vista sobre el régimen político y la urgencia de transitar hacia una nueva era. Por lo pronto mi decisión es continuar al frente de la Delegación Cuauhtémoc”, dice Monreal en ese video. Afirma que “en las últimas semanas me he reunido con dirigentes de diversos partidos políticos y representantes de diferentes expresiones. Hemos platicado, he escuchado sus propuestas y hemos intercambiado opiniones acerca del país y de nuestra ciudad. Lamentablemente hasta ahora no se han transparentado ni se han concretado propuestas y eso me aleja cada día más de ellas”, explica, sin dar un solo detalle ni revelar la identidad de sus proponentes. Agrega que “estoy evaluando cuál será el rumbo que deberé tomar, tengo que atender el calendario electoral”, y expresa que “el fuego de la indignación por una injusticia y perversión no me devoró; me pesa y me preocupa más el desastre nacional, el desastre en el que estamos cayendo y en la decadencia política que persiste. No soy ambicioso, no tengo aspiraciones desmedidas, soy un hombre de familia y de fe, por lo pronto mi decisión es continuar al frente de la Delegación Cuauhtémoc, trabajando en esta extraordinaria demarcación”.
Por un momento pareciera decir que la reunión con López Obrador no sirvió de nada. Y se hacen presentes otra vez la cautela, la ambigüedad y quizás la indecisión. Es evidente que López Obrador se vio obligado por las circunstancias a dar marcha atrás al desdén con el que trató a Monreal desde el trance de agosto. Pesó en ello la fuerza que representa Monreal en la capital y el reacomodo político originado por la creación del Frente Ciudadano por México (PAN-PRD-MC), que concede a esta coalición la posibilidad cierta de ganar la capital el próximo año, así como el desgaste que sufrió Sheinbaum por las irregularidades que rodearon el derrumbe del Colegio Rébsamen en el sismo del 19 de septiembre. En este escenario, la pérdida de Monreal le ocasionaría a Morena un costo muy alto y el riesgo de perder la Ciudad de México, donde todas las encuestas le dan un triunfo seguro. Por su parte, a Monreal debe moverlo la convicción de que sea como sea, gana más dentro de Morena que fuera de Morena.
Es típico de la clase política mexicana guardar silencio sobre sus actos y sobre sus pactos. Si algún mensaje hay en el video de Monreal, está en su rechazo a las propuestas de otros partidos y en la frase “me preocupa más el desastre nacional”, que podría sugerir que se queda en Morena y con López Obrador a la espera de la Secretaría de Gobernación. Sin embargo, no parece que la desconfianza se haya disipado entre Monreal y López Obrador, y eso es perceptible en el mensaje de ayer, lo que puede significar que esta historia no ha terminado.
Finalmente, cualquier cosa que le haya sido prometida por el dirigente de Morena, si gana en el 2018 y está en condiciones de cumplirle, también estará en condiciones de incumplirle sin que Monreal tenga la más mínima posibilidad de exigir. Cosas de la política mexicana, que a pesar de ser un asunto de interés público, sigue siendo una cosa secreta.
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