Trump usa Tratado como arma de dominio geopolítico de México
A no pocos desconcierta la debacle de la oposición.
La calidad de un gobierno es simétrica respecto a quienes se oponen.
La política en general se ha degradado en extremo y nadie se escapa; el deterioro también llega a las organizaciones de la sociedad civil, los muchos y poderosos medios proclives a la autocensura, sin excluir a la cúpula empresarial y sus representantes.
Un sector de opinión y la iglesia católica salvan un tanto la situación.
Después del desastroso resultado electoral y la reedición por quienes perdieron en las dirigencias del PRI, PAN y, próximamente de MC, la situación no parece ser muy alentadora y esto mueve y propicia la idea de conformar un nuevo partido diferenciado y diferenciador que sirva para enfrentar al régimen autocrático.
Un proyecto con claridad de que el adversario no es la competencia partidaria, sino el autoritarismo, evidente en el régimen político, pero también al interior de los partidos, todos.
El Frente Cívico ha cobrado credibilidad por las movilizaciones ciudadanas a las que se vio asociado en el pasado reciente.
Sus integrantes y quienes asumen la idea de formar un nuevo partido valen mucho, políticos probados en la lucha opositora en diferentes planos.
En su conjunto representan una posibilidad digna de un buen resultado, pero no es un tema del prestigio de los convocantes, sino de destreza en la operación política para cumplir con los requisitos para formar un partido, sobre todo ahora con un INE cargado al oficialismo.
Si en el pasado hubo rigorismo excluyente para evaluar a nuevas formaciones políticas, ahora debe anticiparse, además, parcialidad.
Con claridad estratégica, formar un partido no es tan difícil; es indispensable saber qué se representa, a quiénes se convoca y cómo llegar a ellos en términos más de emociones que de razones.
En una primera etapa se requiere centrar el esfuerzo y la convocatoria en cumplir con los requisitos.
Es forma, pero para efectos del objetivo, también es fondo.
Hay experiencias no gratas de intentos que debieron fructificar, los que deben considerarse y desde luego que sí es posible cumplir con los requisitos de ley para que en 2027 pueda superar 3% de los votos para entrar en el juego político formal.
Desde ahora, la oposición debe entender que la lucha será considerablemente más ruda porque las instancias de contención al abuso del poder, sea la libertad de expresión, la legalidad, la autonomía del INE y de la justicia electoral, la independencia del Poder Judicial y de la Corte muy pronto dejarán de existir o estarán muy condicionadas.
La lucha será más frontal, más ruda y quizá más violenta.
El crimen organizado es ya un actor político relevante y el previsible deterioro del consenso que ha gozado el régimen se resolverá por la fuerza, la intimidación y el dinero, como toda autocracia.
Ganar el poder es una ruta de muchas estaciones, no tan lejana pero sí accidentada y de resultados inciertos; no necesariamente un desenlace virtuoso, razón de la necesidad de una opción política como la que plantea el Frente Cívico.
El espacio opositor es el territorio.
De haberse entendido en 2024 la oposición habría alcanzado más de 100 triunfos distritales.
Allí están los resultados exitosos en muchas de las ciudades y alcaldías.
Más aún, el reporte reciente sobre la evaluación de desempeño de alcaldes de las capitales elaborado por Campaigns & Elections muestra que 7 de los diez mejores evaluados no son de Morena.
Dos de los mejores cinco son del PAN, Cecilia Patrón de Mérida y Felipe Fernando Macías de Querétaro; dos de MC Biby Ravelo de Campeche y Verónica Delgadillo de Guadalajara y por el PRI Adrián de la Garza de Monterrey, el segundo mejor evaluado después de Cecilia Patrón.
Si de oponerse al régimen se trata, necesariamente la oposición deberá plantear para 2027 un frente común y no cometer el error de 2024.
Prácticamente en todas las ciudades hay un gobernante o un actor opositor con prestigio.
La formación de una nueva fuerza política debe tener presente el entendimiento con las demás oposiciones y la referencia, más que todo, debe ser el territorio.
Si se logra un frente opositor incluyente, es muy probable, a pesar de la parcialidad del gobierno y de la debilidad del INE, que al menos un tercio de los distritos sean ganados por la oposición.
No es suficiente, pero sí es un primer paso para la derrota en las urnas del régimen autocrático obradorista.