Por su parte el fiscal del Santo Oficio, Antonio Bergosa y Jordán, concluyó el juicio señalando: “para fomentar su lujuria tenía en su poder, oculta, una muñeca de trapo hecha por la mano de su amasia, la cual usaba deleitándose con ella torpemente con la memoria de sus tratos con dicha mujer, y que le sirviese para los más abominables hechos”.

El castigo impuesto a Francisco por parte del Tribunal del Santo Oficio, fue permanecer en reclusión dentro de las cárceles secretas de la Inquisición, no por haber “pactado con el demonio” sino por apostata, pues en reiteradas ocasiones manifestó a sus compañeros que el juicio final “era cuento, que el infierno no le constaba que hubiese y que las almas se pasaban de unos cuerpos a otros”.

Este caso es sólo un ejemplo de cómo por medio de los procesos, llevados a cabo por el Tribunal del Santo Oficio en la Nueva España, podemos conocer lo que fue la vida cotidiana de los novohispanos; por ello es importante la labor de preservación y difusión realizada por el AGN, pues a través de los documentos a su resguardo conocemos historias como la de Josefa y Francisco.