
El profeta de la nueva moral
OAXACA, Oax., 28 de junio de 2020.- La democracia de nuestro tiempo no se limita a la aplicacion del principio de la mayoría ciudadana que gana elecciones libres, auténticas y periodicas.
Desde luego, aquel es indispensable para definir quién debe gobernar, pero es insuficiente para obligar al gobernante a cumplir con los compromisos constitucionales.
Los compromisos constitucionales son los derechos y principios fundamentales e institucionales cuyas garantías de diferente índole contribuyen a asegurar la convivencia plural, diversa y pacífica en la sociedad democrática.
Los derechos y principios son, en efecto, fundamentales porque sin ellos no se preserva la autonomía y dignidad de las personas en tanto individuos.
Por ende, no son materia de transacción en el mercado o en el estado. No se pueden vender, comprar o renunciar por ningún motivo.
Ahora bien, la titularidad de los derechos fundamentales no es solo de individuos sino también de grupo o de comunidades –presenciales y virtuales– que se forman porque comparten posición socioeconómica o identidad cultural y requieren proteccion de sus intereses basicos compartidos.
Es así que la democracia sustancial supone tanto la democracia política y civil como la social y cultural. Por lo tanto, el principal compromiso constitucional consiste en que los derechos y deberes correlativos se cumplan.
La democracia hoy no es legítima ni viable sin el reconocimiento y garantía del pluralismo político y la diversidad cultural.
Al contrario, la diversidad cultural encuentra mejores condiciones de coexistencia y proyeccion en la sociedad y el estado democráticos.
A la salud del espacio público, con o sin emergencia sanitaria, deben concurrir el mayor número de opiniones y debates que recreen y potencien la pluralidad de creencias políticas y culturales.
Los marcos constitucionales democráticos, siempre perfectibles como los mexicanos, el federal y los de las entidades federativas, deben reconocer y garantizar al máximo posible la práctica de la democracia en aquel sentido integral, es decir, en lo político-electoral, económico, social y cultural.
A su concreción deben concurrir las instituciones sociales, desde.la familia hasta las escuelas, iglesias, asociaciones, partidos, empresas, sindicatos y medios de comunicación. El gobierno es sujeto obligado directo pero no exclusivo.
Contrario a democracia y diversidad suele ser todo pensamiento o acción que se autoconsidera único, ideal o perfecto, y, peor aun, que concita adhesiones incapaces de aceptar o ejercer la crítica.
Pluralidad política –autónoma, libre, asociativa, deliberativa, multipartidaria– y diversidad cultural –étnica, religiosa, de género, sexual– son vslorrs y principios interdependientes y no excluyentes.
Corresponde a nuestro sentido de la moralidad política y compromiso constitucional el colaborar a que convergen y crezcan juntas. No a que se contrapongan y destruyan en perjuicio de tod@s.