Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
ITINERARIO POLÍTICO
Lo dije aquí el mismo 26 de febrero del 2023. Dije que la movilización ciudadana bautizada como “La Primavera Mexicana” confirmó que México es mucho pueblo para tan poco presidente.
Dije que la protesta social del 26-F ratificó que existe muy poco Zócalo para tanto pueblo con hambre de libertad.
Y dije que se comprobó que la sociedad mexicana organizada es mucho más grande que sus partidos opositores.
Y por eso formulé la siguiente pregunta: “¿Están listos los partidos opositores, frente a una sociedad civil organizada que dio una de las mayores lecciones en defensa de la democracia?
Y la respuesta a la anterior interrogante es un rotundo “¡no!”. En efecto, ni los partidos opositores ni los políticos de la llamada oposición están listos para echar del poder a Morena y menos para acabar con esa impostura llamada Cuarta Transformación.
¿Y por qué no están listos?
Porque son muchos de ellos son víctimas de la mismas “taras políticas” que moldearon a Morena, a López Obrador y a su gobierno.
Las “taras” de la ambición sin freno, del poder por el poder, de la corrupción, la mentira y la incongruencia; todas ellas fallas genéticas que vieron nacer como priistas a los hoy morenistas; que los vieron crecer como perredistas; correr en sus mocedades como panistas y que ya de viejos son la
peor expresión de la política mexicana; la escoria llamada Morena.
Incluso existen ejemplos como los senadores Lilly Téllez y Germán Martínez, cuya genética corrupta es de tal calidad –de tal depuración–, que engatusaron al maestro del engaño, a López Obrador, quien a ojos cerrados los llevó al poder sin entender que eran depurados oportunistas.
Hoy, con la misma impudicia que abrazaron a Morena y a López, le escupen en el rostro al otrora mecenas, se dicen arrepentidos, pero van por el engaño mayor, el engaño a los votantes.
Pero existen más ejemplos de impresentables, como “Alito” Moreno –líder del PRI–, como el fugado Ricardo Anaya –ex líder del PAN–, y el “maromero” Ricardo Monreal, que ha vestido la casaca de cinco partidos. Sí, es interminable la lista de políticos y oportunistas que al “río
revuelto” del 26-F realizan todo tipo de malabares para ser vistos por los ciudadanos y aparentar que están listos para abanderar las causas sociales.
Lo cierto, sin embargo, es que no existen muchos políticos y/o ciudadanos confiables para una emergencia como la que hoy vivimos; no hay muchos mexicanos dotados de la generosidad, la honestidad, la congruencia y hasta la sabiduría que, por ejemplo, mostró en la presidencial de 1988 el
mítico Heberto Castillo.
Para los que no lo saben y para quienes lo han olvidado, Heberto Castillo fue, antes que el político que fundó el PRD, un reputado maestro universitario y un reconocido científico.
Honesto, congruente, leal y solidario, Heberto Castillo ya era candidato presidencial en los previos a la presidencial de 1988 y ya había fundado su propio partido, cuando entendió el momento histórico que le tocó vivir.
Por eso, en el mayor gesto de generosidad política que se haya visto, declinó su candidatura presidencial a favor de Cuauhtémoc Cárdenas y le entregó el registro de su naciente partido, el Mexicano de los Trabajadores (PMT)
Sí, gracias a la generosidad de Heberto Castillo, el ingeniero Cárdenas fue candidato presidencial en 1988; gracias a esa generosidad nacieron no solo el Frente Democrático Nacional, sino el PRD y gracias a esa generosidad fue posible la semilla de la democracia electoral mexicana, que se confirmó en las históricas jornadas de 1996 que dieron vida al IFE y hoy muerto INE.
¿Cuántos políticos mexicanos y cuantos ciudadanos que ambicionan al poder, cargan en sus alforjas con la generosidad de Heberto Castillo? Lo cierto es que en política y, de manera especial en la política mexicana, la generosidad está lejos de ser una virtud del poder y la política. Y es que en política nadie es capaz de dar algo –el saludo incluso–, sin exigir nada a cambio.
Por eso, el cemento que amalgama todas o casi todas las relaciones políticas se llama complicidad, más que generosidad.
Incluso, existen potentes y exitosas redes de poder político, como el Partido Morena y el gobierno de López Obrador, que se han construido sí y sólo sí a partir de la complicidad.
Así, por ejemplo, el presidente mexicano es uno de los grandes maestros de la complicidad. Y por esa misma razón todo lo que toca y todos aquellos que lo rodean son políticos –mujeres u hombres–, a los que somete mediante ese poderoso cemento llamado corrupción.
También por eso, entre la claque política de AMLO no hay lugar para la generosidad, cualidad humana que en esa mafia llamada Morena no sólo es sinónimo de “ingenuidad”, sino de “pendejez”.
Por esa misma razón, aquellos políticos que atesoran valores como la generosidad, la verdad, la honestidad, la congruencia y la lealtad, no tienen cabida en Morena y menos en el gobierno de López.
¿Y por qué son repudiados en la claque de AMLO los políticos generosos, honestos, congruentes, leales y que hablan con la verdad?
La respuesta la conocen todos; porque esos políticos no pueden ser sometidos, doblegados, manipulados y menos atrapados por la nueva mafia del poder presidencial llamada Morena.
Sí, será tortuosa la selección del candidato ciudadano adecuado, sin embargo, es una tarea que no admite exclusiones y en la que todos debemos participar; tanto ciudadanos como partidos políticos.
Al tiempo.