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Periodismo Trascendente
Si la violencia ha invadido todos los ámbitos de la vida nacional, convirtiendo al país en campo de guerra de las bandas criminales que se disputan las plazas del narcotráfico y se han apoderado del territorio mexicano, impunemente, convirtiendo a México en río de sangre que corre por todos lados, el aspecto político electora,l en pleno proceso, no podía ser la excepción.
Desde hace más de 6 meses que se inició el proceso electoral, a partir del 7 de septiembre de 2023, éste se ha manchado de sangre, por la violencia desatada, no tan solo por los grupos políticos en disputa de las candidaturas y los cargos de elección federales, estatales y municipales, sino también por la intromisión de bandas criminales de la delincuencia organizada y el narcotráfico, que buscan más poder y más impunidad.
Y cómo no va a haber tanta violencia política electoral, a lo largo y ancho del país, si se están disputando, nada más, ni nada menos, que 20 mil 367 cargos, entre los que destacan 629 federales y 19 mil 738 locales, incluyendo ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, además de la renovación de autoridades en mil 800 municipios que se rigen por el sistema de partidos políticos.
Y si estos, los multiplicamos por el número de coaliciones integradas por los siete partidos nacionales en disputa de los miles de cargos de «representación popular», más los candidatos independientes, resultan mucho más fuertes los intereses en pugna, que hacen que se den con todo, alcanzando la violencia política electoral, dimensiones inimaginables, mezcladas con la de las organizaciones criminales que también en muchas partes del país, para no decir en todas, le están apostando con candidatos directos o financiados con dinero ilícito, proveniente del narcotráfico y de la delincuencia organizada.
Para darnos una idea clara de la violencia política electoral desatada en el país, basta mencionar que tan solo en los dos primeros meses de este año, 2024, es decir, durante enero y febrero, fueron asesinadas más de una treintena de personas del ámbito político nacional, la mayoría, aspirantes a algún cargo, de esos miles que están en pugna y que la violencia desatada cegó sus vidas y, consecuentemente, truncaron sus deseos por alcanzar tal o cual posición, que sin duda alguna, si hubieran sabido que perderían la vida, se habrían retirado de la contienda, prefiriendo vivir a morir en el intento.
A esto, habrá que sumarle todas las víctimas de la violencia política electoral, que se han registrado desde que se inició el proceso a principios de septiembre y durante los más de tres meses del año anterior y todavía lo que está por verse, durante los dos meses que faltan, para llegar finalmente a la jornada electoral del próximo domingo 2 de junio, porque en lugar de reducirse, se está acrecentando más y más.
Lamentablemente, la violencia política electoral, desatada a lo largo y ancho del país, no incide tanto en la clase política electoral, sino más bien en el electorado mexicano, en los aproximadamente 100 millones de mexicanos, que debemos acudir a las urnas electorales el próximo domingo 2 de junio, para depositar nuestro voto «libre y secreto» y elegir a los representantes, sin miedo, sin temor a hacer asesinados, secuestrados, desaparecidos o agredidos, ante La indiferencia y complicidad por omisión, de las autoridades federales, estatales y municipales, que están obligadas a garantizar la paz, la seguridad y la tranquilidad de los mexicanos.
Así pues, que no sea toda la violencia política electoral desatada desde el poder político y delincuencial, lo suficientemente fuerte, para intimidarnos e inhibir nuestra participación y el voto que decidirá el destino inmediato y a futuro de México.
¡Vayamos todos juntos a votar, el próximo domingo 2 de junio!.
¡Por México y para México!.
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