Quiénes somos | Cipriano Miraflores
Oscar Rodríguez / Enviado
Santiago Juxtlahuaca, Oax. 8 de junio de 2010 (Quadratín).- La conciencia y moral de poner en riesgo la integridad de su nutrida caravana humanitaria, obligó al diputado federal, -coordinador de la fracción parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en San Lázaro-, Alejandro Encinas, primero dudar, luego palidecer y después ordenar por voluntad propia un regreso inesperado de un ingreso peligroso al municipio autónomo de San Juan Copala.
Inicialmente, el diputado mostró gran soberbia y dejó claro que nada pararía su paso, aún y los insistentes llamados de la procuradora de justicia María de la Luz Candelaria Chiñas que desesperada y kilómetros antes advertía sobre los riesgos de una confrontación.
A la abogada, el perredista la tachó de obstaculizar la ayuda y se dejó llevar por los gritos de un alcalde destituido Macario García que urgía romper el cerco instalado en la zona a como diera lugar.
García se ufanaba de la versión del gobierno de Oaxaca y urgió al diputado continuar con el trayecto.
Momentos de tensión reinaron. No faltaron quienes desinformados y azuzados por el coceista Jesús Vicente Vásquez, bajaron de sus vehículos y empezaron a realizar una marcha caminata de protesta, que a la postre fue conjurada.
Fueron tres los llamados que hicieron las autoridades estatales, -uno en el municipio de Huajuapam de León, el segundo en el paraje La Laguna encantada, y el tercero en la salida de Juxtlahuaca – que el diputado Alejandro Encinas se negó a escuchar.
Sin embargo, y tras un paso cauteloso, por el territorio triqui, el representante popular optó por cambiar de extrategia.
Finalmente aceptó hablar con la policía de Oaxaca y tras escuchar los relatos de una información nada halagadora, optó por ordenar el inesperado regreso.
LLANURAS ESCOLTADAS.
Los esfuerzos del Comisionado de la policía Estatal Alberto Quezadas por resguardar la seguridad de la comitiva conformada por poco más de 40 unidades, -entre ellos un tráiler con ayuda humanitaria y dos autobuses de lujo-, causó que el paisaje triqui se notara diferente.
Cientos de elementos con chalecos antibalas y R-15 en el brazo fueron diseminados en lo ancho y extenso del terreno sinuoso.
Sin embargo, ni esta presencia inhibió a los indígenas triquis, particularmente aquellos que tienen control del ayuntamiento autónomo de San Juan Copala que se negaron a replegarse.
Quezadas aceptó que el lugar es impenetrable y reconoció que hasta las propias fuerzas estatales de seguridad han sido corridas del lugar hasta en 35 veces.