Quiénes somos | Cipriano Miraflores
Tezoatlán de Segura y Luna, Oax. 24 de mayo de 2010 (Quadratín).- En Tezoatlán se concentra una diversidad de tradiciones que de distintos orígines, ha permanecido viva, hasta en nuestros días, aunque otras no tan afortunadas sólo quedan en el recuerdo de la gente que las disfrutó.
Bajo el corredor del monumental palacio municipal, semidesértico se encuentra el museo denominado Ñuú Xia que en mixteco significa Tezoatlán, aunque en sí Tezoatlán proviene del náhuatl, que tradicionalmente se compone de dos vocablos, Tezontli que quiere decir tezontle o piedra dura; y Tlán, lugar, entonces tenemos que Tezoatlán, quiere decir lugar de tezontle.
Se puede encontrar desde juegos y juguetes; el pezón o los gallos de arena; hasta los de chorcolatas, de carrizos, de otate, o de pluma; además de pistola de carrizo, el trompo hecho de palo de ramón, el charpe, entre otros, mayoritariamente de maderas de la región, que son ahora sólo recuerdos que la juventud tezoateca ignoran al pasar hacia la biblioteca municipal, que se encuentra precisamente en la parte alta del museo.
La institución cuenta con una gama cultural de mucho valor, destacándose las tradiciones de herencia prehispánicas que aún perviven en el municipio, como: Pezón y el juego de la pelota mixteca que se practica todos los domingos en el campo de la agencia de Guadalupe de Cisneros.
Otro es el juego de gallos (palenque), los viejos trovadores con su canto bordaban en las fiestas más importantes como el del cuarto viernes de la semana santa, en honor del Señor de la Capilla, el barrio de San Sebastián, El Refugio, entre otros.
También se encuentran figuras antropoformas; piezas prehispánicas provenientes de San José de esta municipalidad.
Lamentablemente esta riqueza cultural se encuentra sin mayor atención, aunque las piezas prehispánicas de piedras de cantera finamente labradas, con rostros humanos, de diversas formas, además de figurillas, como puntas de lanzas, y alguna que otra pieza de barro, requieren de mayor atención y cuidados especiales.
La mayoría de los nativos, pasan desapercibidos, sin voltear la mirada hacia el interior del museo, si no le asiste el interés, de las autoridades en su difusión y rescate, mucho menos a la gente del pueblo, solo algunos lo miran como algo artístico cultural, y nada más, señalan con voz melancólica el octogenario Agapito Castro y Josefa Díaz, que deambulan ocasionalmente por los portales del palacio municipal.
Fotos: Karol Joseph Gálvez López