Mantiene SSPO activo el Plan de Apoyo a la Población en el Istmo
Fresco sopla el aire en este mes de octubre / trae olor a flor de muerto / trae olor a hojas de sauce / dispersa el olor a incienso / que se esparce ante la ofrenda florida / frente al dios de la casa. Fragmento del poema Sólo dos palabras de Víctor de la Cruz
I
Juchitán, Oax. 31 de octubre de 2010 (Quadratín).- Na Cira le dijo a sus cinco hijos que este viernes 30 de octubre le pusieran su champurrado, su pan bollo, frutas y un cuartito de cerveza en el altar familiar, porque vendrá a convivir con ellos.
Les advirtió hace siete meses en su lecho de muerte que no recorrerá el camino tenebroso hasta su casa en vano, quiere encontrar lo que en vida saboreaba con gran placer. Sus hijos así lo harán, cumplirán con la petición, por eso se preparan desde el pasado martes con los nueve rezos que iluminarán el camino que recorrerá la anciana hasta su casa, pues tiene el permiso de estar con los suyos.
Así como la familia de Na Cira, los zapotecas del Istmo de Tehuantepec comenzaron a preparar el camino que recorrerán sus muertos los días 30 y 31 desde el pasado 24 de octubre, están en plena celebración del Xandú o Todos Santos.
De acuerdo a Yolanda Gómez, coordinadora de la Casa de la Cultura de Juchitán, los juchitecos celebran los dos últimos días de este mes, el 30 corresponde exclusivamente a los habitantes de la parte sur de la población, mientras que el 31 lo realizan los habitantes de la parte norte.
El Xandú o Todos Santos comienza con nueve rezos, cuyo último concluye con la fecha prefijada. Para los difuntos recientes hasta los tres meses antes del mes de octubre, a este acto se le llama Xandú yaa o Todos Santos Nuevo. Si este fallece en agosto su ofrenda se hará el año siguiente, porque según el ritual zapoteca no les da tiempo de llegar a la mansión de los muertos y poder incorporarse a la peregrinación de las almas visitantes, pues las encuentran en el camino., explicó.
Durante la primera visita del alma, los altares se adornan de flores y frutas como manzanas, mandarinas, limas, naranjas, tejocotes, cocos, uvas, peras, pencas de plátano y cañas de azúcar mismas que adornan los pórticos de las casas en donde se celebra el Xandú yaa.
Entre alegres charlas emocionados los hombres tejen la tradicional ofrenda o biguie, marco de madera emparrillado tapizado artísticamente de flores de cempasúchil, cordoncillo, de frutas, de pan, de marquesote decorado de turrón de azúcar con el nombre del difunto y otros familiares que lo antecedieron, mismo que se coloca verticalmente entre dos soportes de madera sembrados en el piso, adornados a su vez con enormes pencas de plátano y cañas de azúcar que se alzan en el arco sobre las ofrendas
En el altar, o mesa del santo como es conocido por los zapotecas, se coloca la foto del difunto, así como los exquisitos manjares. Es común en la primera visita del alma los familiares construyan al pie del altar nueve escaleras, partiendo de arriba la más pequeña hasta el piso la más larga, este se cubre en su totalidad de una tela blanca, luego se coloca el papel de china picado, cada escalón es cubierto de flores, frutos, bebidas, comidas, veladoras, entre otras ofrendas.
Al final del altar se coloca el petate con los mismos elementos que el biguié, excepto el retablo emparrillado, detalló Yolanda Gómez.
En el transcurso del día se espera la visita de las mujeres que en una charola colocan ramos de flor de cempasúchil y una veladora, llegan al Xandú yaa, entregan su cooperación económica o limosna, en reciprocidad reciben tamales, pan bollo y atole de piloncillo. Para las mujeres es un peregrinar durante todo el día, pues habrán de visitar a familiares y amigos en su Xandú yaa.
En la primera visita se realiza por la noche un velorio donde se reparte entre los comensales tamales, pan, café y aguardiente entre los varones. Para el día 2 de noviembre los altares son desmantelados y los dolientes regalan a los vecinos los manjares que se colocaron en el altar.
II
Jacinta camina a prisa. No pierde tiempo saludando a sus conocidos por las polvorientas calles de Cheguigo, una de las secciones más antiguas de Juchitán, el tiempo no se lo permite. Jacinta se olvida de su cabello alborotado por el viento que sopla sin compasión, sólo se percata de que su mano izquierda tenga aferrado un librito blanco. Apresurar sus pasos hasta llegar a una casa al final de la calle, que muestra un moño negro descolorido en el dintel de la puerta. Suspira con alivio al saber que llega a tiempo. Los moradores del hogar también se alegran al ver que la rezadora, la iluminadora, la preparadora del camino que atravesará el alma de la madre fallecida, llega por fin. Jacinta Salinas Ruiz tiene 35 años, aunque la vida y tres hijos la hacen ver un poco mayor. Ella asegura que desde los siete años ya pintaba para rezadora, a esa edad se colocaba un pañuelo negro en la cabeza, se sentaba frente a la mesa del santo (mesa colocada en el extremo norte o poniente de la sala principal de una casa, saturada de imágenes de santos y vírgenes, así como fotografías de familiares muertos) y leía a modo de rezo una revista Atalaya que Los Testigos de Jehová le regalaron a su madre, mientras su hermano Fernando, sentado detrás de ella, repetía sus palabras.
A los catorce años decidió ser la pupila de una famosa rezadora de Cheguigo que la entrenó durante dos años. Jacinta cree ciegamente que ser rezadora es su guenda (don, gracia), pero no todos los que lo poseen pueden ejercerlo, se necesita mucho valor, asegura, este oficio no es de cobardes, no, es para los que tienen valor, porque tienes que tratar con almas y muertos.
Más de quince años lleva Jacinta preparando e iluminando con sus rezos el camino de los difuntos, que cada 30 y 31 de octubre retornan del más allá para visitar la casa que dejaron. Así como Jacinta, existen alrededor de 20 rezadoras y rezadores en la ciudad de Juchitán que en estas fechas realizan hasta 15 rezos diarios por nueve días.
III
Las rezadoras o rezadores en el Istmo de Tehuantepec son personas que encabezan liturgias o ritos en español y en zapoteco en los hogares cuando una persona muere, y durante los primeros nueve días de haber ocurrido la partida.
También encabezan procesiones a lugares sagrados, y en Todos Santos o Xandu, se encargan de realizar nueve rezos antes de la llegada de los difuntos. Para el padre Héctor Correo Guzmán, párroco de la iglesia Martes Santos de Cheguigo, las rezadoras y los rezadores son los que por muchos siglos conservaron la fe católica entre los zapotecas.
Antes de que se fueran los misioneros dominicos de la región, dejaron preparados a los rezadores para atender a los nativos en sus ritos religiosos, ellos encabezaban los actos católicos paganos ante la ausencia de sacerdotes. A través de los rezos los zapotecas mantuvieron la fe
En la región, dice, sobre todo las rezadoras le ponen mucho sentimiento a los rezos los rezos aquí son más sentidos, pero eso es característico de los zapotecas.
El clérigo Correo Guzmán considera que estos personajes gozan de gran respeto en la comunidad católica los curas realizamos una misa y los fieles no contestan ni en español las oraciones, mientras que a ellos hasta en latín les contestan. Definitivamente tienen una gran influencia en la gente.
Para el investigador y lingüista zapoteca Víctor Cata, es indispensable la intervención de la rezadora o rezador en la celebración de Todos Santos, porque con los rezos se invoca al difunto a visitar su casa, por eso los zapotecas no van al panteón en estos días sagrados, sino que esperan a sus muertos en el hogar, porque es la única ocasión en que Dios les da licencia para regresar.
En Juchitán los rezos empiezan el 24 de octubre y terminan el primero de noviembre. Según algunos investigadores, los zapotecas de Juchitán esperan a sus difuntos los días 30 y 31 de octubre debido a que es la fecha más cercana en que sus antepasados realizaban los rituales a sus muertos, que según el calendario antiguo zapoteca era el 25 de octubre.
El padre Héctor Correo considera que así como se realiza nueve rezos para purificar el alma del que muere antes de partir al más allá, así mismo se realizan nueve rezos para preparar su llegada a este mundo en xandu.
Fotos: Gerardo Rafael Alfaro Cruz